La temporada de exposiciones 2014-2015 de otoño-invierno en Madrid

El ocio según Universo de A:

-La temporada de exposiciones 2014-2015 de otoño-invierno en Madrid.

-Temporada televisiva de otoño-invierno de 2014-2015.

-Los eventos de otoño-invierno en Madrid 2014-2015.

Estos enlaces anteriores (entre los que está incluído este artículo), son los llamados artículos recopilatorios, que se actualizan continuamente (hasta que termina la temporada que dice el título, momento en el que se publica uno nuevo), por lo que, para estar informado de todas las novedades, se recomienda volver a visitarlos a menudo.

Para una información más extensa o sobre otras cuestiones culturales (Turismo, críticas de Películas o Teatro… etc), visitar las secciones correspondientes que aparecen permanentemente en un listado a la derecha.

Si hay algo que aún no he publicado, y sin embargo te interesa, pregunta a través de un comentario, puede que te ayude, ya que a lo mejor lo he visto, pero no he tenido tiempo de escribirlo.

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Y con el verano recien terminado (aunque aún hace suficiente calor como para seguir llevando manga corta) llega el momento de que Universo de A vuelva a publicar estos artículos culturales recopilatorios que recogen algunas de las mejores opciones culturales (o eso pretenden), y que como siempre se van rellenando y ampliando a lo largo del tiempo… ¡hasta la primavera concretamente!.

Y no va a faltar que rellenar, se dice, se comenta, está previsto que esta sea una de las mejores temporadas de exposiciones en mucho tiempo, suenan grandes noticias y novedades: se dice que El Greco seguirá pisando fuerte (no es para menos, es su año, aunque la verdad, para mi gusto se ha quedado en poco); la expectación máxima por el cuadro de Antonio López, en el que lleva trabajando varias décadas, y en el que retrata a la Familia Real (y que por tanto ya se habrá quedado anticuado… también es mala suerte jajaja) terminará con una exposición en el Palacio Real sobre el retrato en las colecciones reales…. Todo ello sin mencionar la exposición histórica de «las joyas de la Corona españolas» (se comenta que se verán: la corona y cetro utilizados en las Proclamaciones Reales; la corona y el toisón de oro de la Virgen de Atocha, y quizás alguna sorpresa más… en cualquier caso, para verlas, se dice que se reabrirá alguna de las salas que ya estuvieron abiertas hace unos años y que formaron, originalmente, parte de los aposentos de los infantes de España) que, de forma supuestamente permanente, coronaran (nunca mejor dicho) la visita a palacio de forma apoteósica, formando parte de esa renovación de Patrimonio Nacional que está imponiendo la nueva directiva, aunque de momento, ya se sabe que van con retraso, la apertura de esa sala tendría que haber sido en septiembre….

Más colecciones privadas llegarán a Centrocentro (con sus habituales sistemas de cobro abusivos, presuponemos); y el lujo volverá al Thyssen con Givenchy (suponemos, tras el gran éxito de la de Cartier, una exposición magníficamente montada), en la que la icónica Audrey Hepburn seguramente tendrá cierto protagonismo.

Y para evitar tanta seriedad, supuestamente, el Círculo de bellas artes de desmarcará con una exposición sobre Ibáñez, el popular autor de cómics. ¿No os parece suficiente?, y su interesante periplo americano tienen visos de triunfar en la fundación. Pero si tanto clasicismo os aburre, el futurismo en la fundación March seguro que os llamará la atención.

Aunque, sin duda alguna, una de las grandes exposiciones de este año, supuestamente la primera en nuestro país sobre este artísta, será la dedicada por el museo del Prado a Bernini (uno de mis artistas favoritos de toda la historia del arte, debo decir), que sin duda conseguirá también el triunfo del barroco en Madrid como lo hizo en Roma.

Como véis… ¡parece que nos espera una temporada intensa y muy emocionante!, ¡coged aliento antes de empezar, lo váis a necesitar!.

Como curiosidad última del blog, comentar que, los seguidores os habréis fijado, estos artículos recopilatorios suelen publicarse juntos (exposiciones/televisión/eventos), pero en esta ocasión no pudo ser, de modo que, durante mucho tiempo, en enlace que guiaba a este artículo concreto no estuvo disponible, puesto que no estaba publicado, aunque dejaba constancia de que iba a aparecer… ¡pues nada, ahora ya sí que están completos los artículos recopilatorios de la temporada 2014-2015 de otoño-invierno en Madrid!.

Post scriptum: ahora que parece que ya se han abierto todas las exposiciones de las que hablaba en los parrafos anteriores, umm, mucho me temo que ha habido más expectativa que resultados; sin embargo, sigue habiendo muchas cosas que merece la pena ver.

También comentar que, a partir de ahora, y dado que no voy a tantas galerías como para diferenciarlas, incluiré las galerías que visite entre los museos.

En fin, comenzamos nuestro recorrido expositivo:

 

Biblioteca nacional

Siempre me alucinará el sistema expositivo que tienen aquí: en primer lugar, hay, casi siempre, dos espacios expositivos dedicados a lo temporal, uno es el grande, y el otro la sala hipóstila (más recogida, pero que a menudo, nada tiene que envidiar a lo que se ve en la sala grande, y cuyos montajes son casi siempre más ingeniosos que los del resto, precisamente por la falta de espacio)… pero además, la BNE se está acostumbrando a hacer exposiciones alternativas en salas perdidas por el museo (sí, tal cual se lee), las cuales, para encontrarlas, requieren casi hacer el recorrido entero por la zona permanente. Personalmente, como cuando voy a una exposición temporal en un museo, a menudo vuelvo a hacer un recorrido rápido por este, puesto que me gusta, así que me importa menos, pero francamente, no da buena imagen, es completamente desastroso que se haga de esa manera y da un poco de vergüenza ajena que las salas, supuestamente permanentes, estén en una especie de transformación continua, que quita mucha categoría a un museo que, de por sí, tampoco es gran cosa, asunto que desgraciadamente hay que decir, y en el que, y eso es lo peor que se puede decir de él, muy a menudo, es más importante e interesante lo que se muestra en las exposiciones temporales que en la permanente, y eso, creo que es una de las peores cosas que se puede decir de un museo que aspira a tener una categoría, como debería de hacer el templo por excelencia de nuestra literatura que es la Biblioteca nacional.

Y es que, si bien es cierto que la Sala de las musas ya se había pensado en un principio como zona para mostrar algunos tesoros de la BNE (cosa que sería cuestionable decir si se ha cumplido); lo que no puede ser, es que ahora, en la vecina sala del piano, y en la salida, proliferen las exposiciones como setas, ¡que se habilite un sitio decente y sobre todo que esté bien indicado!.

Además, algo mucho más frustrante últimamente, ¿os podéis creer, que habiendo dos exposiciones dedicadas a la música, en ninguna de ellas se escuche una sóla nota musical?, ¡qué mal!, ¿pero como es que nadie se da cuenta de estas cosas tan básicas?, ¿qué sentido tiene acudir a una exposición que trata sobre música si no te enseñan nada de ella?, ¡es completamente absurdo!.

Post scriptum 26-01-2015: parece que hay toda una alianza entre el teatro Real y la Biblioteca nacional; se dedica a al menos dos de sus producciones («Muerte en Venecia» y «Hansel y Gretel» -crítica de próxima publicación-); y la verdad, como siempre he dicho, me encanta que las distintas instituciones culturales colaboren para crear un diálogo más fructífero que sólo puede beneficiar a los receptores, que somos nosotros. Ahora bien, esta actitud tan abierta del Real, no deja de contrastar con sus precios, que no son tan accesibles, con lo cual es algo contradictorio.

Sin embargo, no hay que negar que, como siempre he dicho, si en algo destaca la experiencia de espectador del teatro Real es por lo completa que es, y lo mucho que se han esforzado tradicionalmente en la difusión de la cultura.

En fin, en cualquier caso, las exposiciones que podéis encontrar (si las buscais muy concienzudamente), en este momento, son:

No olvidar, que algunas exposiciones aún se mantienen hasta bien entrado el otoño, para reconsultarlas, mirar aquí.

-CANTORALES: la BNE saca a relucir su colección de cantorales litúrgicos, con lo que lógicamente esperas que sea algo tremendo: grandes notas rodeadas de preciosas ilustraciones y todo tipo de motivos decorativos llenos de alegorías o de figuras bíblicas por doquier, una riqueza preciosa e inmesa, iluminada gracias a tanto dorado… desgraciadamente, en ese aspecto, la exposición es un tanto decepcionante, pues a nivel de ilustración deja bastante que desear, y tampoco se ven muchísimas letras hiperadornadas. Los cantorales son bonitos, pero nada que deje pasmado.

Por su parte, la exposición está bastante bien montada y se aprenden cosas interesantes; aunque, como ya digo arriba, se hecha de menos escuchar algún tipo de música, ¿de verdad era tanto pedir poner algún tipo de audio con las músicas que vemos en los cantorales, aunque no fuera con mucho volumen?, ambientaría mucho mejor la exposición y ganaría tremendamente en estética.

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-LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LA ZARZUELA: tras el terrorífico precedente de Pessoa, parece estarse extendiendo en la BNE las que de ahora en adelante clasificaré como «las exposiciones tomadura de pelo» (esperemos que esa raza infame muera con la actual), ¿en que consiste este nuevo género expositivo? pues bien, me gustaría saberlo, daría cualquier cosa por hablar con alguno de los organizadores de esta o de la de Pessoa para saber en que estaban pensando.

A falta de ello, tengo mis propias teorías e hipótesis plausibles: a un tipo (probablemente un funcionario) le encargan comisariar una exposición, y dice «uff que pereza, ¿pero de verdad tengo que hacer esto?», y así va retrasando la cuestión hasta que le llega la fecha límite para presentar el tema del que irá la exposición; como aún no ha hecho ni investigado nada, coge una enciclopedia de la sala de lectura de la BNE y con un cuchillo, cual artista dadaísta, se encuentra con un tema «zarzuela», hunde el elemento cortante una vez más y le sale «guerra de la independencia española, y así, el «competente» comisario exclama triunfante: «¡ya sé, una exposición sobre la guerra de la independencia en la zarzuela», y de ese modo, con esa satisfacción que da el sentido del deber cumplido, sonríe victorioso.

Pero vamos a dejar de lado las hipótesis y las teorías varias (que a mí no me parecen del todo desfasadas) y hablemos de lo que nos encontramos: la temática, apasionante, a mí me atraía mucho y estaba deseoso de verla… por eso la decepción fue tan profunda y tremenda.

No hay por donde coger esta exposición, si en la de «Fernando Pessoa en España» descubríamos que Pessoa no sólo no había pisado jamás España, sino que si conocía a un español, era de vista (y se supone que la temática de la exposición era exactamente la contraria); en esta de «La guerra de la independencia en la zarzuela», fácilmente nos encontramos con cartelas como estas:

«Ruperto Chapí jamás compuso nada relacionado con la guerra de la independencia, pero sí es cierto que su vecino conocía a un pianista aficionado que de vez en cuando tocaba algunas melodías que, supuestamente, sonaron en Cádiz en 1812».

O:

«Se dice que Arrieta pudo haber colaborado, a través de una nunca encontrada correspondencia, en alguno de los acordes de la nunca estrenada zarzuela de Perico de los Palotes que trataba de la enorme influencia que había tenido en Tomboctú la guerra de la independencia española».

E incluso:

«En esta zarzuela, los personajes están tan enamorados que se escapan a la Rusia zarista y terminan viviendo en la américa colonial, eso sí, en un momento determinado (aunque varias versiones posteriores suprimen esa frase) un personaje del fondo del coro exclama: «llevas más equipaje que el Rey José», referencia que podría aludir al hermano de Napoleón, aunque también podría referirse al Príncipe heredero de Portugal… o quizás a ninguno de los dos».

Tal vez yo esté exagerandolo un poco, y dándole un toque cómico, pero no os creáis que demasiado, porque la exposición es un completo desastre.

En definitiva, a nivel de información no hay por donde cogerla; respecto a lo que muestra, es moderadamente interesante, pero sólo si se es muy fan de la Zarzuela; y lo peor de todo… los vídeos, estás ansioso por oír alguna de las melodías sobre las que estás leyendo y que tanto se referencian, y cuando te pones los cascos… sólo oyes a un insufrible locutor habla que habla, soltando el mismo rollo que ya has leído y sin ser capaz de escuchar una maldita nota musical, en definitiva, una pesadilla en toda regla.

En definitiva, una auténtica tomadura de pelo que ya se repite por segunda vez en esta institución de una forma peligrosa y muy desagradable; y mi sentencia al respecto es definitiva, para hacer esto, mejor no hacer nada.

-LAS PÁGINAS EN BLANCO DEL LIBER CHRONICARUM: es la exposición más extravagante y más calamitosa a nivel de montaje que he visto en toda mi vida. Una de dos, o es una obra maestra del vanguardismo en una especie de nueva ola del comisariado expositivo y yo no me he dado cuenta; o es el caos más injustificado y absurdo posible (más probablemente sea esta última opción).

¿Por qué?, bueno, la reducida exposición «empieza» (si es que lo hace, con tanta vanguardia, a lo mejor eses conceptos ya están desfasados) en la sala en la que hay un piano y cercana al aula del Quijote; como todas las que se hacen aquí, es mínima y te encuentras lo básico; pero en este caso es tan excesivamente reducida y la falta de información es tan notoria, que te vas sin enterarte de mucho, vamos, que si no la hubieran hecho, tampoco hubiera cambiado mucho tu perspectiva de la vida.

Y luego, si tienes suerte, no te despistas, preguntas, y vas por el sitio adecuado, te encontrarás una exposición de los alumnos de la Escuela superior de diseño con sus propuestas pretendidamente artísticas para rellenar, hipotéticamente, las páginas en blanco del libro.

Llegados a este punto, y después de tanto esfuerzo y búsqueda tan denodada, ¿merece la pena?, la respuesta tristemente es: no.

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-OTRA MUERTE EN VENECIA: no sé que pasa en muchos museos, pero a menudo, las exposiciones en principio más pobres y reducidas, son mucho mejores que las extensas. Esta es otro perfecto ejemplo de ello.

Montada en medio de una de las salas de la exposición permanente donde se suelen poner a menudo temporales, es tan reducida como interesante.

No tiene demasiado que ver ni con el libro ni con la ópera; pero sí lo relaciona con ese tema muy hábilmente, hablando de vidas paralelas a estas anteriores y como les influyeron, esas otras muertes en Venecia, que fueron reales, de artistas auténticos, y cuyas vidas se vuelven incluso más apasionantes.

Por si fuera poco, el folleto de la exposición es buenísimo. El montaje, dentro de sus limitaciones, está bien.

Interesantísima y muy recomendada.

-HANSEL Y GRETEL EN LA BIBLIOTECA DE CHOCOLATE: el montaje pretende ser cuidado e ingenioso, pero es un tanto caótico y poco estético en su resultado final.

La exposición en si misma no es demasiado interesante, la verdad sea dicha, no nos revela nada muy especial y no hay obras de tantísima calidad para llamar nuestra atención.

Hay alguna que otra cosa interesante si uno se fija, pero no tanto como para ir a propósito. Si se pasa por allí, merece la pena echarle una ojeada, sino, pues tampoco se pierde nada.

 

Palacio Real

No hay duda de que Patrimonio Nacional tiene una nueva dirección, no en vano, hay medios que han calificado al nuevo director como «revolucionario», pero mucho me temo que es más en apariencia que en la realidad.

Ciertamente este señor es consciente, o eso dice en las entrevistas, de que a los monumentos de la institución que gestiona no se les estaba sacando ningún partido y que se conformaban con esperar a que llegasen los visitantes, ahora bien, tampoco estoy muy seguro de que eso vaya a cambiar.

De momento, algunas de las reformas que ha hecho en el Palacio Real han sido las siguientes (y no cuento los cierres -como los de la Real farmacia o toda la zona oriental del palacio al completo, pues para ver el resultado de estos, tendremos que esperar): apertura de nuevas salas (a cambio de cerrar otras, como siempre, Patrimonio Nacional, por algo que nos da, nos quita otro tanto… y es una pena porque hay zonas del palacio no visitables muy dignas de ver y no es posible poner la excusa de que son muy pequeñas como para dificultar una visita), ello provocó la modificación del recorrido (con los más y los menos que esto supone) y también aumento de los objetos exhibidos; renovación de toda la cartelería interior y exterior; reforma de las taquillas (que ahora son más caóticas), tienda y cafetería; nueva web (un tanto complicada)… ¿resultado?, pues lamentablemente, más bien poco, todo lo que vemos responde a un cambio de imagen aparente, pero más bien poco efectivo hasta el momento; y aún llegaré más lejos: yo lo único que veo es un señor que quiere dejar su huella y la de su mandato, porque todas las reformas que le estoy viendo hacer son de pura imagen (¡hasta han cambiado los colores de identidad visual!, eso es sin duda la mejor muestra de todo lo que comento, pura apariencia y oropel), y apenas cambian la situación del visitante.

Aunque, como ya digo, resulta interesante analizar los cambios que se están dando en esta institución, por lo que probablemente este tema volverá a ser tratado en Universo de A en uno de estos artículos.

-APERTURA DE LA SALA DE LA CORONA (anteriormente Cámara de la Reina madre María Cristina o parte de las habitaciones de diversos Infantes): abierta tarde y mal, pues se suponía que se haría en septiembre y no se hizo. De haberse hecho, sería perdonable la escasa calidad de las cartelas o el defectuoso formato expositivo que deja bastante que desear e incluso resulta un tanto cutre. Por si fuera poco, han retirado mobiliario original de la sala, con lo que eso empobrece la visita, que sólo gana en el poder ver una nueva sala con sus preciosos tapices, y en la importancia de lo allí expuesto.

Tras tanta expectativa, apenas se ven joyas de la Corona española, aunque alegra ver las que hay, puesto que es mejor que estén expuestas al público, que en una absurda cámara acorazada donde no le resultan útiles a nadie.

Lo que encontramos en esta sala tiene gran valor histórico (aunque en su mayoría se centra en nuestra historia reciente, el principio de este reinado, para ser más exactos); así, encontramos, entre lo más antiguo: la corona y cetro que se usan tradicionalmente en las Proclamaciones desde Isabel II; el toisón de oro de la Virgen de Atocha (un tanto alejado y díficil de ver) o el trono original de Carlos III para el salón de reinos (los actuales, a los que por cierto, siguen sin ponerles los nuevos retratos, son de la época de Alfonso XII). De nuestra historia más moderna, nos encontramos con los discursos originales de la abdicación de don Juan Carlos I, y de la Proclamación Real de Felipe VI; los cuales van acompañados de los bolígrafos históricos con los que fueron firmados (una nota curiosa, observad la diferencia entre ambos; mientras el del monarca anterior es de un estilo historicista y un lujoso Montblanc; en cambio el del actual soberano tiene una finea línea de austeridad, modernidad… y no se le ve ningún tipo de marca, ¿casualidad o brillante campaña de imagen dirigida directamente al subconsciente?).

La verdad, se ha quedado esta sala en algo escaso, y personalmente yo esperaba mucho más (con algo de suerte, aumentarán los objetos que se exhiben), pero he de reconocer que sí que merece la pena pasarse a visitarla y disfrutar de algunos de los elementos más relevantes de nuestra historia. Por otro lado, estará abierta de forma permanente (o por lo menos unos cuantos años, ya se sabe como es esto), de modo que se podrá disfrutar más de una vez… y además se satisfacerá a los turistas que preguntan continuamente por la corona del Rey de España.

-EL RETRATO EN LAS COLECCIONES REALES: esta es sin duda una de las exposiciones más esperadas de todo el año, pero sobre todo, por la polémica y la expectativa que rodea a una sola obra: «La familia del Rey Juan Carlos» de Antonio López (previsiblemente titulada en su momento «La Familia Real», título que indudablemente ha habido que cambiar debido a recientes e históricos acontecimientos); yo, sin ir más lejos, fue lo primero que fui a ver, no pude contener la impaciencia y atravesé inmediatamente toda la exposición sin pararme en nada, hasta llegar a la última sala y poder ver la obra, pero ya hablaré de ello al final.

Sin embargo, y como curiosidad diré que, pese a la expectativa, no ha habido muchos problemas para entrar, yo llegué a pensar que sería algo desmesurado tipo lo de Dalí de hace unas temporadas, pero para nada, de momento no hay mayor dificultad para poder ir a ver esta exposición, se mantienen las colas normales de palacio (también es cierto que yo fui el primer día -con el miedo de no poder entrar, y máxime, con lo que estoy viajando últimamente, razón por la cual voy con tanto retraso publicando- de hecho, ¡aún no habían terminado de montarla y estaban poniendo las barreras entre las obras y el público!, que gozada poder acercarte todo lo que quisieras!).

En cualquier caso, e independientemente de la calidad de la obra de López de la que hablaré al final; la exposición es magnífica, interesantísima y no necesita ninguna polémica para ser el imprescindible de la temporada en Madrid, es más, lo es, y me alegra mucho que, a pesar de que Patrimonio Nacional haya tenido que bajar tanto el ritmo en las exposiciones temporales, consiga mantener tan gran calidad.

Y es que la exposición es toda una lección de historia y de arte, es más, son varios cursos reunidos en unas salas (a mí no me extrañaría nada que se convirtiera en la gran favorita de institutos y colegios, y que montones de profesores se trajeran a los alumnos, no es para menos); puesto que, aunque ciertamente es temática (sobre el tema del retrato), consigue ser mucho más profunda de lo que en principio quería (algo cuanto menos poco habitual) y llega a una maestría absoluta.

No nos equivoquemos, en la exposición no encontraremos grandes obras traídas de toda Europa y parte de América, todo es de Patrimonio Nacional (siguiendo la habitual austeridad que cada vez más caracteriza las exposiciones de todos los museos públicos, no es para menos), pero es que… ¡Patrimonio Nacional, la institución que gestiona los bienes de la Corona, tiene tantísimo!, ¡y además tanto que no se ve!, sin ir más lejos, yo he visto por primera vez cuadros que sé que están en el ala oriental de palacio que no está abierta al público; es decir, aún siendo fondos propios, Patrimonio Nacional tiene tantísimo que enseñar… y lo demuestra, vaya si lo demuestra con esta exposición (aunque, por supuesto, se trae múltiples fondos de otras comunidades, de Reales Palacios como los de Sevilla o Palma; o de Reales Patronatos como las Huelgas de Burgos… etc; todo lo cual, por otra parte, sólo es señal de lo fascinante e inabarcable de esta interesantísima institución).

Por tanto, y aunque veremos alguna que otra obra que habremos visto cien veces, habrá otras muchas que casi ni nos imaginábamos que existía.

Aunque no sólo eso, puesto que la Casa Real, en uno de sus grandes gestos de generosidad hacia sus subditos, ha prestado algunos de sus bienes privados para que sean expuestos también junto a los que son propiamente de Patrimonio Nacional; y todo lo hay que decir, son muy interesantes. Puesto que, aunque sería mucho decir que la actual monarquía sigue ejerciendo el mismo mecenazgo que sus ascendientes (tampoco es su función hoy día), sí se ve que sigue apostando por la calidad.

Así pues, se hace todo un fascinantísimo recorrido por obras importantísimas y realmente interesantes; todo un resumen histórico, un sublime paseo por la historia del arte… todo un imprescindible.

El montaje, si bien no es el colmo de la originalidad; si que es agradable, y la información es magnífica; puesto que, aunque el folleto es sólo una copia de la introducción de la entrada, casi cada obra tiene cartela explicativa, y por si fuera poco, hay información general en cada sala, permitiéndote comprender mejor cada reinado y época artística.

Así pues, todo son méritos: buen montaje, mucha información y todo muy bien desarrollado; interesantísimas obras las elegidas, de gran calidad artística… en general es simplemente genial.

La verdad es que está brillantemente bien comisariada, y es una de las mejores exposiciones, quizás la mejor, que se pueden ver en Madrid. Es, sin duda alguna, la que hay que ver, el imprescindible.

Y para el final queda la famosa obra de Antonio López, aquella de la que todo el mundo habla… ¿resultado, conclusión final?, no hay duda, es una obra maestra, cumple el requisito clave: dice algo, tiene un no sé qué especial, y la verdad, la gente se queda prendada de ella (aún no he visto a nadie que soltara la tan fácil frase de «pues no sé porqué ha tardado el señor este en pintar esto durante veinte años). Y lo cierto, es que es una pintura hermosa, luminosa, clara, con cierta atemporalidad, capaz de fascinar (independientemente de que conozcas su historia o no); se dice que acabará colgada de forma permanente en alguna sala de palacio, y yo espero que así sea, y se pueda admirar en la visita a la colección permanente cuando termine la exposición en vez de arrinconarla en algún lugar de palacio; aunque no sé yo muy bien dónde la pondrán, tal vez en el salón de columnas, que es la sala para todo… dónde por cierto, ya podrían haber mantenido las sillas de la Abdicación regia, era magnífico poder contemplar de un modo tan museístico, el lugar donde había tenido lugar acontecimiento histórico tan reciente.

Ahora bien, aunque el resultado final es muy agradable de conteplar, no faltan interesantes rumores a tener en cuenta (algunos leídos, otros escuchados entre las propias paredes de la regia residencia oficial); entre otras cuestiones, que la finalización de la pintura fue una cuestión más política que artística, pues era muy necesario presentarla cuanto antes; por otro lado, no era para menos, la Familia Real ya se había quedado totalmente desfasada (más detalles y explicaciones en este artículo), y al menos dos de sus miembros han pasado a ser Familia del Rey (para entender mejor este tema, recomiendo esta otro lectura) y el «estreno» del cuadro pronto dejaría de tener sentido; sin mencionar que el encargo tenía que haber sido terminado hacía muchísimo tiempo y que encima ya había sido pagada. Por si fuera poco, el pintor López se estaba tomando su trabajo con suma tranquilidad, venía unas horas a la semana (a veces acompañado de su esposa) a la gruta grande o estufa de las camelias (unas estancias cubiertas de palacio que dan al Campo del moro y que se pueden ver desde este), daba unas pinceladas, y se marchaba («que para eso estoy jubilado», debía de pensar).

Por supuesto, nadie de la antigua Familia Real posó jamás para el cuadro (sólo hay que ver lo antiguo que se ha quedado este, todos están muchísimo más jóvenes en la obra… aunque se dice, se comenta, que el vestuario sí ha ido actualizándose y modificándose continuamente), y se utilizaron fotografías. Ello parece muy lógico teniendo en cuenta que el estilo que caracteriza a Antonio López es el hiperrealismo (un movimiento que busca que la pintura parezca tan real que llegue a confundirse con una fotografía, el caso más famoso es su cuadro de la Gran Vía), pues es imposible, y más teniendo en cuenta el tiempo que le ha llevado terminar la obra, que nadie permanezca siempre joven; de modo que, probablemente, se hicieron fotos con una gran resolución que el artista pudo utilizar durante todo este tiempo.

Como curiosidad, mencionar que el artista ha declarado que le gustaría hacer otro de la actual Familia Real de don Felipe… pero este con más tranquilidad; con sinceridad, no estoy yo muy seguro de que le lleguen los años de vida para culminar esa nueva magna obra; aunque francamente, me encantaría ver el resultado de esta y el como reinterpreta el tema de la Familia Real con los nuevos miembros.

En cualquier caso, hay algo evidente en el cuadro desde el momento en que se ve: está inacabado; artísticamente inacabado, pero sin terminar igualmente. Sin embargo, y a pesar del fanatismo por el hiperrealismo de López, consigue hacer de esa no finalización, una de las virtudes del cuadro, y al igual que Leonardo o Miguel Ángel con sus «non finitos», consigue convertir este, en principio defecto, en una de las cosas sobresalientes de la obra, tranformándola en toda una reflexión acerca del paso del tiempo (y la inmortalidad del arte pero lo perecedero de la humanidad) y del hiperrealismo como movimiento necesariamente caduco e imposible, pues, entre otras cosas (como empastos innecesarios o otras partes muy esbozadas) queda totalmente a la vista, sin piedad, ni ningún tipo de discrección, el sistema que utiliza López, que es ir rellenando celdas concienzudamente, celdas grandes que se convierten en otras pequeñas, cuadraditos y más cuadraditos para conseguir una precisión absoluta… todo a la vista, manteniendolo en una brillante mezcla de gran acabado y la vez boceto de gran formato; todo un brillante testamento y sublime gran canto de cisne final del hiperrealismo (a menos que tengamos la inmensa suerte de que finalmente sí haga otra pintura con la Familia Real de Felipe VI, lo cual, como ya digo, sería sumamente interesante).

Quizás otra de las cosas que más llama la atención de esta pintura es su gran formato, algo no especialmente frecuente hoy en día en la pintura, o al menos, no de esta manera; quizás es otra de las cosas que ayuda a que sea tan luminosa y tan envolvente.

Como curiosidad también comentar que da la impresión (o al menos a mí) de que, si te quedas un rato mirando, las figuras aumentan su sonrisa, especialmente la Reina Sofía.

En definitiva, Antonio López ha creado una preciosa obra maestra que es la culminación de una magnífica, perfecta exposición de referencia; y esta obra formará parte de las grandes obras de mecenazgo que la monarquía española tradicionalmente ha encargado, siempre fomentando la cultura y el arte, como tan bien demuestran nuestras magníficas colecciones que hoy podemos admirar con tanto gusto y deleite en nuestros reseñabilísimos museos a nivel internacional; y ahora, tenemos un resumen de todo eso, aquí, en el Palacio Real con esta esplendidísima exposición que, simplemente, hay que ver.

 

Museo Thyssen bornemisza

No puedo dejar de alabar que este museo vuelva a permitir las fotos sin flash, así que a disfrutar, ¡a conseguir grandes recuerdos!.

-HUBERT DE GIVENCHY: Y el Thyssen sigue arrastrándose por el barro, vendiendo humo, y matando el prestigio que alguna vez tuvo a nivel de exposiciones temporales.

Vamos a entendernos todos aquí, la exposición ya merece la pena sólo por lo que se ve en ella, es todo un deleite poder gozar de los modelos de la Maison Givenchy, otras instituciones (entre ellas nuestro Museo del traje, con algunos fondos que yo nunca he visto expuestos) y de los préstamos de particulares… pero ahí se acaba todo.

Una vez más, el Thyssen se sube a la cola del oportunismo; ya lo hizo intentado emular al Reina Sofía y su éxitosa exposición de Dalí con «El surrealismo y el sueño»; se unió a este mismo museo en una más bien poco afortunada apuesta por el pop art este verano (aunque si nos ponemos en severos, quizás el tema empezó bastante antes, que ese gusto tan tremendo por los primeros «ismos», que tanto éxito ha cosechado tradicionalmente, tampoco recuerdo yo que fuera una idea original del Thyssen), y ahora, pretendiendo seguir la estela del gran éxito de la Fundación Mapfre y sus sublimes y originales exposiciones sobre moda (con las inolvidables soble Yves Saint Laurent o Jean Paul Gaultier; que gustaban y convencían por lo bien hechas que estaban aunque el tema no necesariamente te apasionase), deciden subirse al carro… pero a lo cutre.

Pobre Givenchy, con la ilusión que le haría ese reconocimiento, y le preparan esta mugrienta exposición, con un montaje tan innoble e indigno como inicuo. La verdad es que es un desastre desde el principio hasta el final, yo no me explico quien se encarga de montar estas exposiciones, a las que ya más de una vez no he dado buena crítica, pero después de esto último, creo que se impone un fulminante despido, por parte de la institución ante quien lo organice, debido a tantísima y tan flagrante incompetencia.

Estéticamente ya es insufrible (el mayor crimen que se puede cometer, más hablando de moda, y aún peor cuando se la pretende elevar al rango de arte, como se supone que se está haciendo al exponerla en un museo) con un color gris que te acompaña sala tras sala, aburriéndote cada vez más, y una iluminación tan penosa como pésima; en un resultado totalmente espantoso. Puede que pretendan utilizar el manido argumento de que lo que querían es que destacaran las piezas expuestas, pero desgraciadamente, ese deprimente ambiente que las rodea, sólo consigue hundirlas, y lo haría, de no ser porque el talento de Givenchy es capaz de brillar por encima de toda la oscuridad a la que pretenden someterlo en esta deshonrosa exposición que no merece nada de lo que está expuesto en ella.

La casi única idea buena y original son los textos del modisto, que, como un cuento, te comentan como recuerda él su carrera… desgraciadamente sólo son dos, y después nada, pero nada de nada; con un folleto más centrado en poner imágenes que en aportar algo, y nula información en sala, sólo unos títulos irrisorios que dan paso a una colocación «temática» (y lo entrecomillo porque a saber que criterio han utilizado) de la que no se puede aprender ni sacar nada, porque incluso los trajes se ven sometidos a la humillación de una fatal colocación (no porque estén mal en los maniquíes, que están geniales, por algo los puso el maestro; incluyendo una serie de accesorios que no queda muy claro de donde han salido… como ninguna otra cosa en la exposición), así, dado que no están puestos cronológicamente, no puedes ver la evolución del modisto, todo ello sin mencionar las espantosas cartelas que no aclaran absolutamente nada, y que, invariablemente, o están mal, incompletas o te dicen lo mismo que si no las pusieran directamente… y ya mejor no hablar del único audiovisual, un video de los que he visto mejor realizados en youtube, y que nunca se proyecta o lo hace muy eventualmente, al igual que una extraña música que suena y no suena… una completa catástrofe de montaje, pero vergonzoso.

Y es que tan horroroso comisariado tiene ideas medianamente buenas, pero ningún talento para llevarlas a cabo, el mejor ejemplo de ello es el diálogo entre las vestimentas con las obras pictóricas, casi siempre inventado o forzado, por momentos funciona, puesto que a menudo el arte dialoga bien entre sí, pero se nota que es algo inventado y que Givenchy no pensó ni en broma en cuadros del Thyssen al hacer sus creaciones, por más que la historia del arte y su cultura general le influyera, como por otra parte, les pasa a la gran mayoría de los creadores.

Pero vamos a dejar de lado el infame e inefable comisariado de la exposición, lo que rodea a las piezas, para hablar del propio Givenchy, que mejor nos va a ser, pues es el único aliciente para acercarse a esta exposición.

Así, a pesar de los malos modos en los que tenemos que verlo (absolutamente desagradables y antiestéticos) y que de ningún modo saldremos de la exposición sabiendo más sobre Hubert de Givenchy a ningún nivel (de hecho, recomiendo documentarse minimanente sobre el tema antes de ir, para poder apreciar algo, una absoluta vergüenza que nunca debería decirse de una exposición, que se supone que se proyecta con el objetivo de dar a conocer algo o de aumentar el saber sobre cualquier tema), lo cierto es que lo que vale la pena son los trajes (por mal expuestos, alejados, y unos tapandose a otros que estén), que te hacen comprender las razones del triunfo del modisto.

Y es que, a la hora de la verdad, se entiende que la austeridad y las líneas más simples resultan ser las más elegantes (es más, los vestidos más recargados a menudo eran los más horteras); todo lo cual, te lleva a reflexionar acerca del tema, y relacionarlo con otros asuntos (algo que siempre provoca todo arte), en mi caso fue, entre otras cosas, con la Reina doña Letizia, y su gusto por Felipe Varela, con ese estilo sobrio y vacio de recargamiento que tanto se ha alabado, especialmente por la prensa extranjera y principalmente el conjunto de la Proclamación Real. Quizás la genialidad de Givenchy estuvo precisamente ahí, en alcanzar el término justo, y de hecho, si nos fijamos en los modelos de Audrey Hepurn, tanto en sus películas como en su vida privada, suele primar la sencillez, por sofisticados que resulten (en parte, más gracias a quien los porta, que al modelo en sí, sin por ello despreciar a monsieur Givenchy, ya que está claro que con Hepburn formaron un gran equipo que consiguió definir todo un estilo de sofisticación y «savoir faire»).

Ahora bien, todos entendemos, y nos damos cuenta de que una buena percha es una buena percha, y somos perfectamente conscientes de que determinados modelos en una persona normal no quedan bien, pero en cambio, en personajes con glamour y estilo como Audrey Hepburn, Jaqueline Kennedy o Carolina de Mónaco, mujeres con un aura especial, que pueden lucir casi cualquier prenda y que les siente a la perfección; porque la elegancia no es algo que se lleva, es algo que se es, y si uno lo piensa viendo esta exposición, puede sacar esa clara conclusión.

Por lo demás, como ya digo, la posibilidad y excepcionalidad de ver tan bellos trajes reunidos, muchos confeccionados para grandísimas personalidades de la alta sociedad, es algo maravilloso y nos permite acercarnos un poco más (aunque no demasiado, de eso bien se ocupa la exposición) a la fascinante figura de Givenchy.

Finalmente, en la tienda podremos conocer algunas de las fragancias de la firma, entre ellas, aquella que diseño exclusivamente para Audrey Hepburn.

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-CARMEN EN LAS COLECCIONES ESPAÑOLAS: paradójicamente, la exposición temporal pequeña y gratuíta (en la reducida sala de exposiciones contextos) que el Thyssen tiene el buen gusto de hacer desde su aniversario, resulta ser, una vez más (y para vergüenza de las grandes apuestas del museo) de lo mejor que se puede ver en este momento en el museo. La ironía aumenta cuando averiguamos que esta actividad, paralela al estreno de la «Carmen» del Teatro de la Zarzuela (y a la que se une un ciclo de cine en este mismo museo), da más información, que cualquiera que se de en el teatro, y aún diré más, si te descuidas, resulta más enriquecedora que acudir a ver la propia función (más detalles en la crítica teatral).

Es, sin embargo, una exposición con más aspiraciones que otra cosa, debido a lo reducido del lugar y a las limitaciones propias de este tipo de exhibición, y sin embargo, a pesar de eso, hay un clarísimo esfuerzo porque sea algo más, de hecho, no paras de pensar que hubiera sido genial que realmente hubieran tenido el favor y el presupuesto para organizar una gran exposición sobre este fascinante y pasional personaje que es «Carmen».

Aún así, la muestra sale muy, pero que muy bien parada, por primera vez, el Thyssen no utiliza en esta sala únicamente fondos propios, sino que hace una auténtica búsqueda de obras afines al tema, y prepara una exposición con todas las de la ley: austera pero digna, breve pero completa, pequeña pero grande en sus objetivos conseguidos.

Así, con una magnífica selección de obras de distintos periodos e intencionalidades, vamos descubriendo a un personaje universal, su influencia y la fascinación que provoca; todo, muy en parte, gracias a un magnífico folleto de exposición, completísimo, interesantísimo y realmente cautivador, que nos va desmenuzando todo sobre el personaje (ya véis, el programa de mano que no nos dan en el Teatro de la Zarzuela, nos lo dan aquí, ¡si hasta incluye un texto del director de esta institución!, lo que hay que ver en esta vida, de verdad…), que por si fuera poco, está magníficamente impreso y lleno de imágenes de la muestra, una auténtica maravilla, de esas que son para tomar como ejemplo (ya nos hubiera gustado que para la de Givenchy -que arriba comento- hubieran editado algo que se le pareciese siquiera un mínimo), un trabajo genial, que incluso da gusto conservar.

En definitiva, aunque se echa mucho de menos el haber podido hacer una exposición más amplia y completa (como el propio comisario reconoce, y sin duda hubiera conseguido algo muy bueno si le hubieran dejado), que pudiese abordar desde todas las perspectivas a ese personaje tan «typical spanish» como es Carmen, lo cierto es que es una gran exposición que en ningún caso debemos perder cuando pasemos por el Thyssen; interesantísima.

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La atención al público es bastante buena en este museo.

-IMPRESIONISMO AMERICANO: hay alguna que otra obra muy interesante pero es la excepción que confirma la regla.

El montaje está fatal, es aburrido y vulgar. La información tanto del folleto como la de sala (que se reduce a unas cuantas citas), es absolutamente insuficiente.

Es lo que llamaría una «exposición-paseo», es decir, una en la que vas andando entre las obras sin fijarte demasiado en ninguna; dado que hay mayoría de paisajes, no deja de resultar adecuado.

-VAN GOGH EN LAS COLECCIONES THYSSEN-BORNEMISZA: siguiendo con la tradición de estas encantadoras miniexposiciones gratuítas, usando la colección permanente del Thyssen, esta es una de las pocas que me han decepcionado.

Parece que 2015 será el año de Van Gogh al igual que el 2014 lo fue del Greco. La muestra no tiene medios y se le nota demasiado; de hecho, desgraciadamente, se nota que hay un gran abandono en esta, en todos los aspectos, está muy poco cuidada.

Del montaje mucho ya no se podía pedir, pero la más que defiente información, es imperdonable.

 

Fundación Mapfre

Sala de Recoletos:

-SOROLLA Y ESTADOS UNIDOS: esta exposición no motivara a muchos (aunque las permanentes colas en la entrada dejan ver que sí levanta el interés de más que suficientes), puesto que debido al poco afortunado título, muchos asociarán lo expuesto con las pinturas de la Hispanic Society, que muchos ya hemos visto múltiples veces, y muy especialmente en aquella gran exposición monográfica de hace unos años en el Prado… por ello, es necesario desengañar a todo aquel que piense eso, pues el tema no tiene nada que ver.

Bueno, nada, nada, dejémoslo entre comillas, puesto que la exposición trata sobre el apasionantísimo tema de la clientela americana de Sorolla, así pues, su interés está basicamente en conocer las obras que realizó, en su etapa de apogeo y éxito internacional absoluto, para sus clientes del otro lado del océano.

Aunque no sólo eso, pues también se recogen bocetos (algunos pintados en cartas de restaurantes, e improvisados rápidamente por el puro placer de pintar) y demás obras preparatorias que permiten conocer mejor al artista y su estilo.

Si a todo ello sumamos que mucho de lo expuesto proviene de museos americanos, colecciones privadas y fondos normalmente no vistos de la Casa-museo de Sorolla madrileña; nos encontramos con una importante recolección de obras que recoge una etapa fundamental de la vida del pintor.

Así pues, realmente la exposición vale, y mucho la pena, pues nos da una idea del gusto de las élites americanas de la época; de como consiguió Sorolla triunfar; de su gusto por la experimentación… y en definitiva, nos cuenta su relación con Estados Unidos, que, como todos sabemos, fue sumamente fructífera.

La información que hay, es aceptable, aunque se echa de menos que hubiera más (especialmente que estuviera más distribuída y no toda agolpada de mala manera al final en una cronología textual), no permite profundizar demasiado, aún cuando hay cartelas específicas muy amplias con mucha información determinada sobre una obra en concreto (algo muy bueno, agradable de ver, y de alabanza, pues no suele verse en esta fundación). Lo dicho, aceptable pero mejorable.

El montaje es mucho más despejado que en otras ocasiones (se nota que hay menos obras expuestas), y es tal vulgar como es habitual. Afortunadamente para esta fundación, el interés de sus exposiciones suele recaer de tal modo en lo que se muestra, que lo otro pierde cierta importancia… y menos mal para ellos; porque, en cualquier caso, lo que destaca aquí sobre todo es la obra expuesta, que es lo más digno de ver y lo que más va a interesar al final.

En definitiva, es una exposición imprescindible para todos aquellos a los que les guste Joaquín Sorolla o estén interesados en él, y bastante interesante de ver para el resto.

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-EL CANTO DEL CISNE: y una vez más, la siempre eficaz y confiable fundación Mapfre, nos trae otra de las mejores exposiciones de Madrid; y en esta ocasión, sobre un tema sumamente interesante y original: el academicismo; concretamente el francés.

La palabra «académico» o «academicista» aún hoy, y especialmente en el arte, tiene un sentido sumamente peyorativo y casi denostador; al fin y al cabo, evoca la idea de unas personas que no pueden ser consideradas artistas porque la posesión de una técnica, por buena que sea, no otorga automáticamente originalidad o creatividad.

Sin embargo, esta exposición viene a cuestionar muchos de nuestros prejuicios, y a hacernos reflexionar profundamente en lo que fue y lo que pudo haber sido; al fin y al cabo, mientras los academicistas triunfaban en su época, los impresionistas morían de hambre y se alcoholizaban con la única compensación de exponer en el Salón de los rechazados, a falta del oficial… pero como ha cambiado todo, hoy día cualquier cuadro de Van Gogh (o acuarela, boceto… etc), pintor que no consiguió darle ningún tipo de salida económica a su pintura en vida, en cualquier subasta alcanzaría precios millonarios. Ver para creer.

¿Cómo hubiera sido la historia de la pintura si los vencedores, las vanguardias, no se hubieran impuesto?, ¿hacía donde habría evolucionado el arte?; ¿realmente fotografía y cine mataron lo figurativo en la pintura?; ¿qué valor artístico debemos otorgarles realmente a las pinturas academicistas? (siempre dejando de lado nuestros prejuicios y tratando de olvidar la influencia de las vanguardias)… todas estas preguntas y muchas más fácilmente pueden formularse en esta exposición que se plantea absolutamente fascinante.

Por lo demás, las obras escogidas son maravillosas, todo un agradable paseo artístico del que disfrutaremos al máximo momento a momento.

La información en sala y del folleto son aceptables; al montaje se le hubiera podido sacar muchísimo más partido, pero la verdad, esta sala rara vez destaca por sus grandes montajes (a menos que sea una exposición sobre moda).

En definitiva, uno de los imprescindibles de Madrid; apasionará a todos los amantes del arte, y gustará a los que quieran acercarse a este; al fin y al cabo, en muchos aspectos, estas pinturas, en su comercialidad, fueron concebidas para ello.

 

Biblioteca histórica Marqués de Valdecilla

-V CENTENARIO DE LA BIBLIA POLÍGLOTA COMPLUTENSE: como siempre, este centro organiza exposiciones tan bienintencionadas y llenas de ilusión, como claramente faltas de presupuesto (aunque, debido a sus increíbles fondos, ha llegado a hacer exposiciones realmente interesantes y memorables).

Y no hay que dejar de destacar que en este caso parece haber habido una mayor inversión, pues sólo hay que ver el montaje (la idea de utilizar las columnas como si las de la Biblia complutense fueran es interesantísima), el folleto o la curiosa proyección (un tanto inútil, puesto que no se oye; y además, demuestra el desinterés en el tema, una persona leyendo… y nadie escuchando, la sala permanentemente vacía)… aunque no deja de notarse que todo ha sido hecho con escasos recursos, por aficionados y con mucha imaginación que denota cierto talento.

Por lo demás, la exposición merece la pena por muchas cosas: su temática (uno de los libros más importantes de la historia de España, ahora especialmente relevante gracias al éxito televisivo del cardenal Cisneros); lo que se expone (de gran valor); como por la información que se aporta, abundante y extensa, tanto en textos como en cartelas (aunque estas se agradecería que fueran uniformes, preferiblemente pegadas a los libros, en vez de divididas en dos); de hecho, seguro que salimos sabiendo mucho más sobre este fascinante libro, del que además, se pueden consultar y hojear facsímiles allí mismo.

El montaje, como ya digo, es muy original para los recursos de los que se dispone, aunque es un tanto caótico a nivel organizativo (por muy numerado que esté todo, no es lógico que tengas que andar buscando los expositores para saber por donde continúa).

En cualquier caso, a mi me parece muy recomendable ir, puesto que el tema es muy importante e interesante, y además está bien contado y expuesto, sin mencionar con que hay gran calidad en lo expuesto. Todo ello, sin mencionar que nunca habrá grandes cantidades de público, aunque sus horarios sean un poco complicados (los de una biblioteca histórica universitaria), que bien podrían ser diferentes para el vestíbulo-sala de exposiciones.

Y si el tema os ha fascinado profundamente, tenéis la «continuación» en la Imprenta municipal… (si leéis un poco más abajo las exposiciones referidas a esta última institución, entenderéis el porqué de las comillas).

 

Sala Alcalá 31

-EL ROSTRO DE LAS LETRAS: interesantísima (aunque extrañamente monográfica y dedicada a un tema que no viene a cuento… da la impresión de que estemos celebrando un aniversario o algo… o quizás tenga mucho que ver con la importancia de la ciudad de Madrid en este tema, al fin y al cabo, la sala pertenece a la Comunidad, ¿propaganda indirecta?) exposición sobre las figuras artísticas (especialmente literarias) del siglo XIX en España, es decir, el romanticismo.

A través de múltiples documentos gráficos (la fotografía es el medio principal en esta exposición) se hace un intenso recorrido por las distintas personalidades que jalonaron esta época, por supuesto, no puede ser muy detenido, pero sí es muy completo e intenso (y además, no se discrimina a nadie, sorprendentemente en Madrid, se dedica indirectamente su apartado a los escritores más nacionalistas -o en su época, regionalistas- como Castelao).

Es por tanto, un entretenido paseo por los que escribieron las letras del XIX que no resulta cansino ni vacuo; esta exposición ha alcanzado el sorprendente mérito de tener un punto medio, tiene un objetivo (reflejar a las principales personalidades literarias del XIX) y lo consigue.

Por otra parte, el montaje es muy bueno y agradable. En lo que respecta a la información en sala, es breve, pero adecauda. En lo que se refiere al folleto, es un cambio frente a los anteriores de estas salas (aquellos rectángulos enormes que eran tanto para esta como para la del Canal de Isabel II) y yo diría que salimos ganando a nivel de información y de estética.

Lo que no se entiende es su normativa con las fotos, ¿se puede hacerlas con cualquier dispositivo y no con una cámara?, ¿alguien me lo explica?, es lo más absurdo que he oído.

A todo esto, si alguien quiere tener el día decimonónico completo, le recomiendo combinarla con el Museo Cerralbo y el Romantico.

 

Centrocentro

-COLECCIÓN ABELLÓ: como es habitual, todo lo que vale minimamente la pena en este lugar es de pago (y desgraciadamente, ni eso vale demasiado). El ayuntamiento parece hacer gestos con esta cuestión y tener clara su política, sólo hay que echar una ojeada a la información en sala, que se dedica a hablarnos de la importancia de la iniciativa privada en el arte, y de la importancia de lo privado en blablabla… sí, ya sabemos lo que pensáis del tema de la privatización, y al parecer, hasta en las instituciones públicas hay que llevar la cuestión al máximo (sin mencionar la sustitución de aquellas cómodas salas con periódicos y sofás por una tienda de regalos… y encima ponen buzones para donativos, ¡lo que hay que ver en esta vida por no ser ciego!; no me imagino institución que merezca menos un donativo que esta; no sólo no hacen nada que merezca la pena, sino que encima, lo poco que hacen, siempre es de pago).

Suponemos que es por esa razón por la cual en este centro público (lo cual deberíamos de poner entre comillas) se enfatiza tanto lo privado y que, cuando se expone, no es por amor al arte, sino al dinero, que vaya también a manos privadas. Ya se empezó así con la exposición de los Duques de Alba (la primera y la más escandalosa a ese nivel, ni una sóla gratuidad), y se ha continuado así temporada tras temporada, que si Alvear o Masaveu, siempre la misma cantinela… vamos a entendernos bien, es de agradecer que se consiga que los coleccionistas privados permitan que sus obras se expongan para el gran público (aunque no lo neguemos, también es una forma de presumir y de prestigio) y que su arte se vuelva accesible para todos… pero sigo sin estar de acuerdo con las formas. En este caso sólo hay un día gratis al mes (y demos gracias, en otros casos fue mucho peor), y, por supuesto, todo el mundo se agolpa como si no hubiera mañana, para conseguir entrar sin pagar, ¡menudas colas!, ya está la gente preparada para el evento.

En cualquier caso, mi conclusión vuelve a ser la habitual, no es para tanto, no merece gran cosa la pena, y desde luego, no pagando. Desde luego, hay algunas obras muy destacables y muy interesantes pero son las menos. Sobre todo, hay lo habitual en las colecciones privadas, mucho gran nombre rimbombante (que queréis, el arte no deja de ser una inversión) pretendiendo dar relevancia a obras muy menores, y de baja gama de grandes artistas; pero, que os voy a contar que no sepáis, para los que amamos el arte, la firma no lo es todo. En conclusión, aunque el conjunto tiene encanto, no es ningún imprescindible.

La información del folleto es pura y vulgar propaganda (lo mucho que ha hecho esta familia por salvar el patrimonio que sino hubiera podido irse de España…), y la información de sala deja mucho que desear (apenas hay); pero ello se debe a un montaje un tanto caótico que no tiene ni idea de como ordenar bien la colección o de que forma llevar a cabo el tema; lo que, mucho me temo, se debe también a la incoherencia y la insuficiencia de la propia colección mucho me temo; es más, el conjunto se precibe como escaso.

Aunque hay que reconocerle al comisariado que en ocasiones crea diálogos interesantes entre obras de distintas épocas.

En definitiva, exceptuando algunas obras realmente fascinantes, lo más interesante de esta exposición es que son obras privadas que quizás no se vuelvan a ver expuestas en mucho tiempo… una pobre excusa para pasarse por allí si el tema te interesa de verdad, aunque lo cierto es que, dado que Centrocentro está trayendo colecciones privadas un día sí y otro también, hasta en eso ha perdido excepcionalidad y caché.

-BELÉN NAPOLITANO DE LOS DUQUES DE CARDONA (ANTES DE LA CASA DUCAL DE MEDINACELI): a pesar de todo lo dicho, hay que reconocer qué que traigan cosas privadas tiene su encanto (de hecho parece que quieren convertirlo en la seña de identidad de Centrocentro, trágica forma de identificación para una institución pública, e incluso para un partido político, insisto en el tema, y más pretendiendo cobrarlo todo, lo lógico es que, para quedar genial, lo ofrecieran todo gratis, ¡eso sí que sería un grandísimo mérito incuestionable!)… afortunadamente, en este caso los descuentos son mayores, y también las gratuídades; aunque, tratándose de un Belén, ya podía ser gratis como todos.

Y es que el problema no es sólo pagar, sino que encima de hacerlo, hay que ir con prisas, algo que ya me parece desmesurado, si fuera gratis, entendería que hay mucha cola y que tienen que pasar a la gente y contar el tiempo que se pasa, ¡pero si encima pagas y te expulsan de allí ya me parece intolerable!.

En cualquier caso, este nuevo belén continúa con una tradición iniciada, si mal no recuerdo, por el también Napolitano de Francisco Salzillo del año anterior; que si bien era precioso (como todos los belenes napolitanos, ¡para que nos vamos a engañar!); este de los Duques de Cardona no se queda atrás en belleza artística y enorme interés histórico, pues al parecer, tuvo mucho que ver en el origen del famoso del Palacio Real (que últimamente, si se pasa por allí, se puede ver como lo están montando en la sala de alabarderos).

En cualquier caso, es una auténtica belleza llena de elegancia, costumbrismo, anécdotas y pequeños detalles con los que no se puede sino sonreír; tratando de apreciar hasta el último y más bello detalles de tan encantador montaje; que además cuenta con interesante información para leer en sala, aunque desgraciadamente no hay folleto (¡encima de que te cobran!).

Aunque, como ya digo, eso no es lo peor, lo inadmisible es estar viendo el belén a tropezones y a correr, mientras la vigilante te taladra la cabeza cada ciertos minutos con contundentes frases como «les quedan cinco minutos», «quedan … minutos»… mientras tú te atropellas de mala manera con el resto del público intentando ver el belén como bien puedes, en una permanente competición con y contra el resto de los visitantes… qué horror y qué vulgaridad, ¿de verdad que esto no se puede organizar de otra manera y tenemos que estar como ganado o como si estuviesemos protagonizando una mala secuela de «Regreso al futuro»?.

Sin embargo, la verdad es que, mucho me temo que desgraciadamente, y a pesar de ser de pago, se convertirá en uno de los belenes imprescindibles del recorrido navideño, por la novedad, la importancia histórica, la belleza artística, y la excepcionalidad de que sea expuesto publicamente (bueno, supuestamente, puesto que se dice que varios Duques de Medinaceli lo han hecho también para el público en general, y gratis).

 

Centro cultural de la villa Fernán Gómez

¡Ay!, el ayuntamiento no podría evocar mejor el tópico de su ideología conservadora y de derechas ni aunque lo intentara; sumando a las exposiciones principales de Centrocentro (todas «privadísimas» y de gente rica, leer arriba para más detalles) en otra de sus instituciones hay una exposición de… ¡religión y de la Iglesia!, a veces la vida es tan sarcástica, y la realidad parece tan cómica, que deja en nada cualquiera de mis parodias existenciales de mi novela por entregas de Notas de aburrimiento.

-A SU IMAGEN, ARTE, CULTURA Y RELIGIÓN: por suerte, al contrario que la gran mayoría de las exposiciones que hay en este centro (que siguen esa línea tan del ayuntamiento de «cuánta más recaudación mejor» a costa de disminuír todo tipo de descuentos y de eliminar todas las gratuídades posibles habidas y por haber, que los jubilados tengan que empeñar hasta el diente de oro si hace falta para conseguir entrar porque sus míseras pensiones no dan de sí; que los estudiantes paguen también todo, por lo que prefieran ir a hacer botellón; o que los parados, que bastante tienen con pagar la comida, no puedan acceder a un bien tan importante, y defendido constitucionalmente, como es la cultura… etc) tiene diversos descuentos y gratuídades, y eso que pocas instituciones hay tan privadas como la Iglesia, aunque, bien es cierto, que en las últimas décadas, siempre han querido potenciar su lado social y humano. En cualquier caso, se les agradece ese buen comportamiento hacia los ciudadanos.

Ahora bien, no nos equivoquemos, la exposición es una magnífica propaganda, un opulento anuncio publicitario de la propia Iglesia católica, aún llegaré más lejos, es un excelentísimo resumen de varios cursos de la asignatura de religión, condensado en unas cuantas salas y a través del arte; brillantemente hecho, debo de admitirlo, es más, no me extrañaría nada que esta exposición se convirtiera en una obligación para todos los profesores de religión de Madrid (no es para menos) e incluso de otras comunidades, porque nunca tan bien he visto resumida la Biblia: todas las enseñanzas concentradas y perfectamente preparadas para el adoctrinamiento están aquí, desde el Génesis hasta el Apocalípsis, pero con especial énfasis en el Nuevo testamento (faltaría más, que la enseñanza católica es el tema principal, aquí todo debe de conducir hacia un único y auténtico centro de todo: Cristo).

Es importante que entendamos el punto anterior, puesto que si no comulgamos (literal y figuradamente) con la ideología de la institución organizadora (que para más inri, y concretando, es la Conferencia episcopal española; aunque muy ayudada por otras archidiócesis, principalmente la de Madrid) será mejor que vayamos preparados y concienciados si pretendemos disfrutar del tema (bueno, eso para cualquiera a quien no le guste que le vendan nada, como a mí, que ya se sabe que es algo que critico mucho, como tantas veces se ha visto en este blog).

En definitiva, llega con decir que toda la exposición se ha compuesto a partir de las obras que poseen las distintas diócesis españolas y colecciones privadas (sí, privadas una vez más, a veces sorprende y desagrada como algunas buenas obras de arte están en manos no públicas); lo que da una buena idea de de qué va el tema.

Ahora bien, y teniendo en cuenta esto, valoremos la exposición en general.

En lo que respecta a la información en sala, es quizás la mejor de toda la exposición; puesto que la del folleto es muy escasa, y, al igual que el audioguía (que va incluído con la entrada) es puramente propagandística (como todo en general, aunque más vale aceptar esta cuestión cuanto antes, si se quiere disfrutar). La información de estos medios debe ser complementada (como bien adivierte el audioguía) si se quiere obtener la mejor experiencia y la máxima información; pero como ya digo, lo mejor es lo que hay en la sala, el audioguía resulta útil sobre todo por las múltiples citas bíblicas que comenta, lo cual es un complemento muy interesante.

En lo que respecta a la exposición en sí, como es de imaginar, es realmente buena, pues todos sabemos la importancia que tienen los impresionantes fondos artísticos de la Iglesia católica, a lo que hay que sumar que al menos el 70% del arte occidental es religioso… teniendo en cuenta la general iconoclastia del resto de las ramas del cristianismo, no cuesta imaginar en manos de que institución hay una buena parte de esta inmensa riqueza.

Así pues, nos encontramos grandes nombres y también obras de gran calidad, en un recorrido muy bien pensado y de lo más didáctico; toda la Biblia es recorrida, y es toda una enseñanza de religión y sobre este libro. Y que queréis (salvando el tema de la propaganda y el adoctrinamiento), yo lo recomiendo, pues en los últimos años cada vez percibo una mayor ignorancia religiosa, algo en mi opinión muy peligroso; no por motivos religiosos o éticos, sino por una cuestión cultural, pues no podemos negar que la base de la cultura occidental es el cristianismo y la cultura greco-romana (que por encima, nos ha llegado a través del cristianismo), por lo que yo siempre he sido y seré un gran partidario de la asignatura de religión, que siempre he considerado que me ha sido muy útil para comprender mejor la historia, el arte y mi educación en general (también es cierto que eso depende de los profesores y que yo tuve una muy buena… que por cierto, no era una religiosa); ahora bien, coincido en que esa asignatura no siempre se utiliza con ese objetivo sino con una función de adoctrinamiento muy diferente; pero eso nos hace ver las carencias de nuestro sistema educativo, y la necesidad de que hubiera una asignatura sobre «Historia de las religiones» o algo así (y que fuera una materia seria), que también contemplara la importancia de la mitología greco-romana, por poner un ejemplo; tal y como han acabado surgiendo asignaturas de carácter cívico que enseñan la constitución y el funcionamiento de las diversas instituciones (y que yo siempre he considerado tan necesarias, puesto que, mucha gente, no sería capaz de decir, por ejemplo, que hace el Rey ¡y es la cabeza estatal! –Universo de A se encarga, modestamente, de echar algo de luz sobre el funcionamiento de la institución de la monarquía-), ¿por qué como se va a apoyar y defender algo que no se comprende?, así luego nos encontramos con los problemas que hay, y con los movimientos antisistema que aparecen como malas hierbas… pero ese no es el tema.

En definitiva, la calidad de las obras que se exponen es mucha y digna de interés.

El montaje está muy bien diseñado, perfectamente pensado para contarte todo por partes y muy accesible, como ya he dicho, muy didáctico y pensado.

En definitiva, con todo, es una exposición muy a tener en cuenta, que realmente debe figurar entre las más destacadas de la capital, tanto por como ha sido realizada, lo que cuenta, lo que expone… realmente es interesante; independientemente de su, y de nuestra, ideología o forma de concebir la existencia; puesto que, lo cierto es que pocas veces se ha hecho una exposición tan bien realizada acerca del contenido de la Biblia a través del arte.

Como curiosidad, comentar que, una vez vista, parece perfecta para complementar con la de la Biblia Complutense de la Biblioteca histórica, y así complementar el conocimiento con el saber más sobre la difusión del libro sacro.

 

Fundación March

-DEPERO FUTURISTA: sobre el futurismo creo yo que todos hemos oído hablar pero no necesariamente sabemos demasiado acerca de todos sus artistas y de la vanguardia en profundidad, o al menos, no tanto como de otras (si es que Francia siempre ha sabido vender lo suyo).

Así pues, esta exposición supone toda una oportunidad para profundizar en el tema a través de la obra de uno de sus artistas.

El valor de la muestra reside sobre todo en lo expuesto, porque la verdad, el resto es desastroso. Aunque podemos salvar la cuidada estética del montaje, ahí se acaba toda la buena habilidad del comisariado, el resto es esperpéntico, con nula información en sala, un folleto caótico, desaparición absoluta de cartelas informativas (y sustituídas por un sistema absolutamente dependiente del folleto que ya han experimentado antes, y que igualmente ha fracasado, además de que no deja de producir quejas que se oyen un día sí y otro también en la sala), forma un conjunto penoso que hace que la valoración del resultado final de la exposición sea necesariamente malo.

¿Qué importa que la obra que se expone sea interesantísima y fascinante si no se puede aprender nada del tema?, ¿qué función cumple esta exposición?; lo dicho, merece la pena acudir para ver y descubrir más obra futurista y aprender visualmente más acerca de esta vanguardia; pero eso es todo, la función divulgativa y didáctica de esta exposición es absoluta y vergonzosamente nula; ojalá la fundación rectifique en futuras exposiciones, puesto que ya lleva varias así.

 

Galería Michel Soskine

-GREGORIO PEÑO, ESCULTURAS: hay alguna obra interesante que sí llamó mi atención… pero en general nada que merezca la pena, llega a dar la impresión de que estás en un mini-desguace; un desguace muy blanco, elegante y con la chatarra extraordinariamente bien expuesta, eso sí.

 

Caixaforum

aunque sigo sin aprobar, y nunca lo haré, que esta fundación haya pasado de ser gratis a pagar, lo cual le granjea la mala fama que ya de por sí tiene un banco, lo cierto es que ha aumentado los descuentos (porque le compensa), ojalá siga en esa dinámica, puesto que gran vergüenza cayó sobre ella el día que se entregó al vil metal (¡y luego pretenden hacer exposiciones sobre temas sociales! jajaja, ¿¡nos toman el pelo!?)

-MEDITERRANEO, DEL MITO A LA RAZÓN: preciosa exposición que, aunque ni ella misma está muy segura de cual es su objetivo final (¿hablar sobre mitología, civilización, sociedad o filosofía?), lo cierto es que es muy interesante.

Todo un recorrido por los mitos griegos que a todos los que amamos esa mitología disfrutaremos muchísimo y al máximo a través de diferentes obras artísticas y una muy buena información tanto en folleto como en sala, además de todo tipo de complementos audiovisuales, auditivos… etc.

Este magnífico recorrido que destaca tanto por su interés divulgativo y de enseñanza, como por la calidad y belleza de las obras expuestas (muchas traídas de Italia), también está muy bien montado y ordenado (aunque a nivel estético hay que reconocerle que no es ninguna maravilla), con lo que es un maravilloso paseo por la cultura greco-romana que se puede disfrutar a lo grande.

Muy recomendable, e imprescindible si te interesa el tema.

 

Círculo de bellas artes

-FRANCISCO IBÁÑEZ, EL MAGO DEL HUMOR: sin duda, la gran apuesta de este año para el Círculo, que se desmarca del resto.

Lógico, es previsible que no acudirá el típico público que va siempre a las exposiciones, y efectivamente así es, contrariamente a lo que se pueda pensar, si se analiza la gente que va, no hay demasiados niños ni adolescentes (aunque cuando vienen, lo hacen todos en plan piña familiar), por el contrario vemos mucha gente entrada en años, madura, y por supuesto, mucho moderno/hipster y estudiante de las más variadas materias gráficas.

Pero dejando de lado eso, ¿vale la pena?, pues la verdad, es pura publicidad y propaganda nada disimulada, es tan insoportablemente evidente que se ha hecho para ayudar a promocionar la nueva película de animación de Fesser (director tan obsesionado con el tema, como tan poco talentoso para llevarlo a cabo, como bien demostró en su anterior filme de acción real, que por mucho dinero que recaudara, no es y seguirá sin ser una buena película -también «Torrente» gana dinero, y ya ves-) y para vender las últimas publicaciones de Ibáñez; todo esto hasta tal punto, que parece que estás en un anuncio publicitario y no en una exposición.

Aunque si eso fuera lo peor, la insufrible inmodestia de la exposición, la parcialidad, poca objetividad con que se trata el tema: no paramos de leer lo genialísimo, brillantísimo y magnífiquísimo,  que es Ibáñez, y todos los sublimes avances que ha realizado (Edison y Colón, ¡unos don nadies, oiga!; como diría el historietista en sus tebeos)… ni en exposiciones sobre Cervantes o Bernini he leído tantísimo halago junto, ni tanta adulación barata tan descarada, impropia y totalmente fuera de lugar, sin mencionar que bastante inmerecida (puedo admitir su importancia dentro del cómic español en una época, pero vamos a dejarlo ahí, que se muy ridículo sacar las cosas de su contexto real); presupongo que el señor Ibáñez ha pasado a formar parte de los miembros del Círculo, porque sino, yo no me lo explico.

Por supuesto, y sabiendo las características anteriores, la profundidad del tema es mínima, en realidad no sales sabiendo nada extra, porque la exposición es incapaz de tomarse en serio a si misma, lo único que lees es descripciones (con algún artículo excepcional tan cursi como escandalosamente artificioso), y lo único que se expone son «obras de coleccionistas particulares» que tienen el mismo valor que los tebeos y juguetes que tú podrías guardar en tu casa. No hay análisis, no hay profundidad, no hay un verdadero intento de ahondar estas historietas, su evolución o las razones de su éxito… en definitiva, sólo hay un vulgarísimo simplismo, una bagatela frívola y absolutamente insustancial. Esto puede llevar a una conclusión terriblemente triste, y es que, quizás, realmente no se pueda hacer nada mejor, ni la obra de Ibáñez lo merezca o lo valga, flaco favor le han hecho con esta exposición.

Por supuesto, la estética está cuidadísima, es de parque temático (sólo falta gente disfrazada de los personajes), desgraciadamente, también es lo único que se puede destacar de esta exposición.

Y todo esto es una pena, puesto que ya se habían hecho exposiciones sobre Ibáñez (con el mismo penoso resultado, en un festival del cómic que hay en A Coruña por ejemplo, creo recordar), y el Círculo tenía su gran oportunidad de dar el pelotazo dentro del panorama cultural madrileño, de conseguir ser una de las exposiciones claves y de referencia… una vez más, ha desperdiciado su oportunidad, y esta más que decadente institución, sigue demostrando su escasa utilidad y que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor; durante años prescindí de sus exposiciones, hoy día, quizás le siga dando oportunidades, pero francamente, creo que aunque no fuera, no me perdería nada.

 

Museo del Prado

Es curioso, a pesar de los inmensos fondos guardados del Prado, de todos sus depósitos y demás; hay que ver el poco partido que saben sacarse en las exposiciones sobre ellos mismos, es como si ignoraran por completo lo que poseen y se estuvieran llevando una sopresa tras otra, o como si sacaran las obras de una chistera, improvisadamente, como si de un ilusionista se tratara.

La realidad es que bien se les puede comparar con la última exposición de Patrimonio Nacional (aunque tampoco esta institución se la puede halagar mucho, que ha realizado auténticas pifias, y de ningún modo consigue mantener el ritmo del Prado), que ha conseguido sacarse un partido máximo y absoluto con su última exposición sobre el retrato en las colecciones regias… en fin, parece que nuestra pinacoteca nacional por excelencia está en plena y reafirmada decadencia expositivo-temporal.

También destacar, muy negativamente, la pésima organización del acceso al museo; incluso cuando no hay colas es un auténtico desastre (y ya no digamos cuando las hay). Los vigilantes, que frecuentemente tienen un sentido de la cortesía y de la educación nulo, te obligan a ir por puertas que no son porque les da la gana (incluso cuando les explicas que sólo vas a ver las exposiciones temporales pretenden hacerte pasar por el acceso de Goya) y demuestran una incapacidad e incompetencia de manual. Aunque lo peor es el guardarropa, ¡qué auténtica pesadilla, que ineficacia vergonzosa!; allí, unas muchachas (frecuentemente son chicas) que están más paradas que las esculturas de la colección y tienen menos prisa que las figuras de los cuadros (a veces me pregunto sino serán parte de la exposición) se dedican a provocar colas colosales e interminables mientras son absolutamente incapaces de gestionar el más mínimo detalle que no encaje con su abecedario de «sota, caballo, rey», como si no tuvieran cabeza para nada, y fueran absolutamente incapaces de discernir entre lo importante de una norma y lo irrelevante… y si tienes que dejar más de una cosa, ¡Dios santo!, ¡ve asumiendo que te va a llevar una hora la entrada y otra la salida!. En definitiva, se trata de una atención al visitante pésima que se convierte en la primera impresión que se obtiene del museo; teniendo en cuenta que es la gran pinacoteca nacional por excelencia… bueno, sacad vuestras propias conclusiones.

-LAS ÁNIMAS DE BERNINI: tan esperada como decepcionante. Bernini por aquí, Bernini por allá, todos deseábamos ver la gran exposición del Prado sobre el gran artista barroco. Lo cierto es que ya debimos de ser perfectamente conscientes de que, desde la crisis, hace mucho que el Prado no organiza nada que no sea con fondos que queden muy a mano (a ser posible propios), pero esto ya es de tomadura de pelo.

Tres salas en total componen la exposición, sí TRES, ni una más. Más reducido el tema no podía ser, y da una muy buena idea de lo que nos encontramos, que desde luego, no puede ser una profunda revisión sobre la vida y obra del artista, y es imposible que sea un fascinante recorrido por todas sus creaciones… etc.

La temática es la (escasa) relación de Bernini con la corte española (casi una de esas «exposiciones tomadura de pelo»), que es sin duda forzada, aunque bastante interesante.

Por supuesto, la obra que se ve es magnífica, faltaría más, es Gian Lorenzo Bernini; por supuesto, no se ve ninguna de sus más grandiosas y espectaculares obras, pero lo que hay sigue siendo de la mano de un admirabilísimo maestro que, aún en sus obras de más reducido tamaño, es capaz de demostrar toda su grandeza, una visión y un talento absoluto como pocas personas han tenido jamás.

Quizás también se puede decir como algo positivo de la exposición, que nos muestra a un Bernini más «artista total», y no sólo la vertiente escultórica que todos conocemos de sobra.

¿Recomendable?, indudablemente, es Bernini, no habrá muchas posibilidades de verlo en España y es algo maravilloso… ahora bien, la exposición sigue siendo una estafa y un brillante engañabobos que utiliza un gran nombre para vender algo que no hay.

-GOYA EN MADRID: no sé para que le ponen hora de entrada a esta exposición, debe de ser una cuestión de caché o de ponersela por defecto a todas las que se hagan en la planta baja del edificio nuevo, porque otra cosa….

El grandísimo problema de esta exposición es que ella misma no sabe de que va, se pierde muchísimo, y en el fondo no tiene una temática o un objetivo claro.

Por supuesto, obviamente, el título sólo es un gancho comercial para atraer público; desde luego hay pinturas de Goya (no es una estafa), pero lo cierto es que la exposición no trata realmente de ese momento tan poco tratado como fueron los primeros años de Goya en la villa y corte (las etapas de madurez suelen divulgarse más); apenas se nos habla del gran programa diseñado para la decoración de los Reales Sitios o de las regias personas que lo impulsaron; y tampoco se centra en el Madrid de la época….

¿Pero entonces de qué va la exposición?, se preguntará alguno, pues, a pesar de que es bastante inconexa y muy poco definida; se puede decir que la temática general sería la vida a finales del siglo XVIII, así, en un magnífico viaje por diferentes temáticas («los niños», «el aire», «los divertimentos», «las clases sociales»… etc), nos adentramos a través del arte en como era vivir en aquella época y lo que ello suponía.

Ciertamente, se hace de forma un tanto superficial porque, como ya digo, no hay una auténtica planificación en torno a esa temática o el objetivo de realizar esa divulgación; pero aún así, resultará muy interesante para todos aquellos a los que les interese esa época y no resultará difícil que se sientan conducidos a ella a través de los múltiples recursos artísticos que se utilizan (más abajo leeréis más sobre este tema).

Así, aunque se echa de menos una exposición en la que se hable de los cartones en sí (como prometen; y de cosas como las que se han mencionado antes; o también de la relación con los tapiceros, el funcionamiento de las reales fábricas… etc); la verdad es que, una vez asumido el giro de timón de la exposición, se disfruta.

En cualquier caso, Lo que sí se puede, y se debe, decir en favor de la exposición es que, aunque toda la obra que hay es del Prado (los grandes tiempos del museo en los que las obras eran traídas de cuanto más lejos mejor han pasado hace mucho, mucho tiempo), lo cierto es que una parte de ella no es exhibida normalmente, con lo cual siempre es un disfrute descubrir nuevas obras maestras del inconmensurable fondo del Prado, que además, quizás tarden mucho en volverse a ver; sólo por eso, ya merece la pena (si te interesa el tema, claro).

En cuanto al montaje, es estéticamente agradable, pero un poco lioso, porque siempre hay que ir buscando la información de sala (la del folleto es una versión resumida) escondida en unas pequeñas cartelas rectangulares que nunca están en el mismo sitio.

Otra cuestión de montaje a la que se ha vuelto (tras el gran fiasco anterior con la exposición de «La belleza encerrada») ha sido a lo de los huecos que se abren en medio de la sala, y que, supuestamente, pretenden conectar obras, salas o sólo Dios sabe qué… y digo esto porque hasta los vigilantes son incapaces de saber para qué sirven o que cual es su objetivo; al final, acaban convirtiéndose en parte de un juego infantil en el que la gente se asoma, y se saluda, sonríe y hace tonterías propias de las personas que están agotadas tras pasar mucho tiempo en un museo. En cualquier caso, una vez más, el Prado fracasa monumentalmente (nunca mejor dicho) utilizando ese recurso.

En lo que respecta a la información de sala, es perfectamente suficiente, sí que aprendes más y descubres cosas, con lo que yo la valoro muy positivamente. Por si fuera poco, se ve muy bien complementada con lo siguiente que voy a comentar.

Sin embargo, y curiosamente, en esta exposición, en realidad, se puede decir que hay dos muestras, una de pintura (y algo de escultura), y otra… musical; sí, tal como lo oís, lo que me ha llevado a pensar en las pocas exposiciones que he visto sobre el tema de la música en toda mi vida, o al menos, en las que este arte tenga un auténtico protagonismo como tal, y pienso que es una pena, puesto que, aunque reconozco que es un poco arriesgado (no estamos acostumbrados al concepto de llegar a una sala y ponernos unos cascos e ir de cascos en cascos y de melodía en melodía) creo que es algo importante en lo que invertir y que con el tiempo podría funcionar, consolidarse muy bien, e incluso tener éxito (y mira que se han hecho exposiciones sobre músicos o temas relacionados… pero curiosamente, la música en sí misma no estaba presente en las muestras).

Sin embargo, en esta exposición, y bajo el amparo del dios de las artes (entre ellas la música) y las ciencias, Apolo (una estatua de principios del XIX, colocada debajo de la abertura que da a la planta de las esculturas de Leoni… que curiosamente no se ha cubierto para que la gente pueda tirar sus programas y monedas tranquilamente jajajaja); hay unas tablets con una magnífica selección musical, muy disfrutable, y a la que merece mucho la pena dedicarle un tiempo a parte del utilizado para el resto.

Y digo lo anterior por el motivo de que el recurso no acaba de calar como parte de la exposición (entre otros motivos, por las incoherencias mencionada de esta); para empezar, la música está ordenada por sala, pero tú no te puedes desplazar por ellas con la tablet (que están pegadas al soporte), hubiera sido mejor que las hubieran dado a la entrada a quien quisiera (como hicieron en otros casos, y no mucha gente las coge, con lo cual no tienen problema de un exceso de demanda; en cualquier caso, por si acaso, se podría disponer también de otras como las que hay, para que todo el mundo pudiera acceder en el caso de que hubiese demasiadas peticiones) en vez de tenerte obligado a estar en una sala todo el rato viendo lo mismo y escuchando la música. Y luego, por otro lado, está el tema de que la selección musical no acaba de encajar con la propia muestra, es muy general, arbitraria y poco concreta… aunque ese defecto también lo tiene la propia exposición, con lo cual.

Por lo demás, un bravo por el Prado por apostar por estas nuevas tecnologías y conseguir una mayor profundización en sus exposiciones a través de otras artes; bien es cierto que en esta ocasión el tema no ha sido perfecto, pero es un buen camino que deben seguir.

Por lo demás, lo dicho, la selección musical fue un verdadero placer que además se complementa con múltiples textos e imágenes que aumentan considerablemente la exposición y el goce de la exposiicón con un aprendizaje a todos los niveles… aún diré más, paradójicamente, quizás lo mejor de esta exposición ha sido precisamente este recurso.

Sin embargo, también es cierto que las tablets y los cascos se estropean continuamente y dejan que desear en su funcionamiento, y eso que tengo entendido que los cambian cada dos por tres. Sin embargo, insisto en la necesidad de fomentar este recurso, aunque mejor, prestando las tablets al inicio de la exposición.

En definitiva, una exposición que fascinará a todos los que quieran saber más sobre como era la vida a finales del siglo XVIII, y al resto, seguro que les gustará. No es un imprescindible, pero está muy bien.

-DIBUJOS ESPAÑOLES EN LA HAMBURGER KUNSTHALLE: no es nada del otro mundo en ningún aspecto. El montaje es aceptable y la información deja mucho, pero que mucho que desear (sólo se nos habla de las vueltas y revueltas que dio la colección por el mundo y como entraron y salieron las obras… pero de estas, ni una palabra). En cuanto a las obras expuestas, hay algunas que merecen la pena, pero en general, nada del otro mundo.

-TIZIANO, DANAE, VENUS Y ADONIS. LAS PRIMERAS POESÍAS: parece que ha desaparecido aquel maravilloso programa de «La obra invitada», al menos de nombre, puesto que siguen llegando obras de otros museos igualmente (siempre una sola en prestamo… a falta de muchas para hacer una gran exposición temporal, se trae una para darle algo de «color» al museo -nunca mejor dicho-); en esta ocasión, nos llega desde Inglaterra.

A nivel artístico es interesante sobre todo para comparar con la del Prado; además de su belleza y sus colores brillantes… pero finalmente, y tras mucho comparar, creo que me quedo con la nuestra.

Aunque su mayor interés, en mi opinión, es el histórico (tema que, curiosamente, se saltan totalmente en la información que se da, tanto en el folleto como en sala, ¿por qué?, ¡si es lo más divertido y morboso!; si es que no saben vender el arte… es más, esquivan el tema -como bien pueden, pues es muy obvio- con tecnicismos y evasivas), puesto que esta es una de las pinturas que, bajo el idílico nombre de «poesías», pudo servir a manera de resvista pornográfica de nuestros días, al rey prudente, Felipe II (antes de que los años le hicieran tan «prudente»).

Pues bien, cuando el, en ese momento, Príncipe Felipe (aunque ya había hecho tantas regencias que podría ser rey), supo que se casaría con María I de Inglaterra, su tía y al menos una década mayor que él; el plan político del padre del chico, no acabó de hacerle gracia al hijo, que encargó al venerable Tiziano unas pinturas para compensar los escasos atractivos de su futura mujer (se puede ver un cuadro de ella en el mismo museo de Moro, que se mandó con motivo del enlace… no es guapísima, pero tampoco desagradable, y la razón de estado lo exige), con las que seguramente practicaría el onanismo; porque, sino, ¿para qué se llevó unos cuadros claramente eróticos cuando iba a comenzar un nuevo matrimonio en otro país? (sin mencionar, que en las cartas previas para acordar el matrimonio, la Reina María temía que su esposo, debido a su juventud, se fuese a mostrar «excesivamente voluptuoso», y venía diciendo que ella no estaba ya para esos trotes).

Si además sumamos la represión sexual que se ejercía sobre los Austrias (consultar algunas biografías, como la de Rush, sobre como fue el principio del primer matrimonio del futuro Felipe II con la princesa María Manuela; por poner un caso de cuidado extremo, sólo os diré una cosa: Carlos I mantuvo a los recien casados en ciudades diferentes por el pánico que tenía a que su hijo se agotara mantuviendo relaciones… y ambos tenían su correspondiente ayo para asegurar su control total y que el tiempo que pasasen juntos solos no fuese excesivo).

Pero ahí no se acaba el cotilleo y la polémica, puesto que donde acaba la historia empieza el arte, y no han faltado historiadores que hayan comparado en el retrato de «Venus y Adonis» (primero de la serie) a Adonis con Felipe II (y lo cierto es que sí que hay bastante parecido en el rostro)… en cambio nadie ha comparado a Venus con María I… ahí lo dejo todo.

Y no sobra decir (eso sí se dice en sala), que nuestra «Dánae y la lluvia de oro» (mejor no recordar las referencias sexuales de esto también…) fue encargada por un comerciante veneciano… mejor no imaginar también con que propósitos.

No, si al final me van a poner criba al blog por pornográfico, y yo sólo hablando de arte. Tiene tela el tema.

En cuanto al resto de cosas a tener en cuenta, la información de sala es bastante buena para una exposición tan reducida, y la del folleto, una mera copia de la anterior. Montaje nulo, simplemente se ha habilitado esa zona y se han colgado y descolgado cuadros. Merece la pena si se pasa por allí a ver alguna de las otras cosas, y porque la obra ha viajado hasta aquí, sino, pues tampoco se pierde tantísimo.

 

Imprenta municipal

-V CENTENARIO DE LA BIBLIA COMPLUTENSE: no, no es que haya perdido la poca cabeza que me quedaba y ahora ponga la misma exposición en todos los sitios (puesto que mis más fervientes lectores, o aquellos que se hayan interesado por la exposición que pueden ver en la Biblioteca histórica Marqués de Valdecilla, observarán que pongo exactamente el mismo nombre), es que resulta que amas instituciones «comparten» y se han «repartido» la exposición.

He puesto las anteriores palabras entre comillas porque la situación es graciosísima, ya que, aunque suelo alabar la colaboración y la buena coordinación entre instituciones, este parece exactamente el caso contrario; así, si uno visita la exposición de la Biblioteca histórica Marqués de Valdecilla, verá que está muy cuidada, en cambio, en la imprenta te encuentras con una cosa muy distinta.

Vamos a imaginar como se llegó a esta situación; da la impresión de que al director de la imprenta lo llamaron de la Complu y le dijeron los siguiente:

-Oye, vamos a hacer una expo sobre la Biblia Complutense, tenéis que colaborar que para eso sois la Imprenta municipal, y así le damos más bombo al tema, puesto que así parece que hay más instituciones implicadas, y todo eso, queremos darle notoriedad al aniversario, vale que ambos somos lugares expositivos un poco de segunda (o más bien de tercera), pero digo yo que mejor será si parece que somos dos, en vez de sólo nuestro vestíbulo, que es lo único que deja ver nuestro segurata sin aporrear a nadie….

A lo cual, el de la Imprenta municipal reaccionaría diciendo

-¡Uy!, pues no va a poder ser ¿eh?, que tenemos mucho lío por aquí y siempre tenemos una exposición de éxito; tú mejor hazlo con la Biblioteca nacional, que yo creo que les va más el tema….

-Mira no me… que no consigo que nadie nos preste la más mínima atención, y tú vas a hacerlo porque eres tan mindundi como nosotros y estás en un barrio igual de malo.

-Mira perdona, pero yo estoy al lado de la Plaza Mayor y el Madrid de los Austrias, aquí viene la gente sin saber ni lo que es….

-¡Y yo al lado del Ministerio de Educación, es más, compartimos edificio!, ¡atente a las consecuencias si no me pones la exposición de las Biblias!.

En ese momento el de la Complutense cuelga el teléfono, mientras el director de la Imprenta, con el aparato aún en las manos, exclama:

-Y una … , ¿qué se ha creído este?, ¿que no tengo nada mejor que hacer?

Semanas después le llega todo el material, así pues, el director de la municipal dice:

-Dejadlo al fondo, donde no moleste y no se vea mucho. Aquí tenemos una exposición principal, ¡y es la del papel decorado!, el resto sobra.

Evidentemente, todo esto ha sido una recreación imaginaria mía de lo que pudo haber pasado, pero es que de alguna forma hay que explicar lo que se ve en esta institución. Así, no está dónde se ponen habitualmente las exposiciones temporales (segundo piso), sino al fondo del todo del museo, donde cuesta encontrarla y nadie te lo indica; no hay un sólo folleto del tema… nada de nada. Pero si aún sólo fuera eso, casi como si fuera con rabia o una pereza extremada, no se han molestado en desmontar las cajas en las que vienen las obras exhibidas (y estas están cerradas a cal y canto… que desconfianza, como viniera un ratón dentro o haya polillas, haber que hacen), es más, ¡ni siquiera les han quitado los pegotes donde aún se pueden ver las direcciones desde las que han sido remitidas!, ¡el colmo del desprecio y de la dejadez!. Por si todo esto no fuera suficiente para demostrar el poco o nulo interés que tiene la Imprenta municipal en hacer esta exposición, encima también les han mandado tres televisores (que están puestos sobre soportes que están llenos de… ¡los folletos de la otra exposición temporal!), que han puesto todos juntos, y con el audio al mínimo, de modo que, aunque intentes captar algo del sonido de alguno, los otros impedirán que escuches nada, pues están sonando a la vez, así que la experiencia audiovisual se queda en ver a unos señores catedráticos hablando como en una película de cine mudo y con una biblioteca de fondo.

Pero que desastre y que poco interés tiene la Imprenta municipal en hacer esta exposición; yo no sé para que les han mandado nada. Aunque quizás no sea para menos, tienen otra propia, que es la que quieren que sea la buena de verdad, debajo hablo de ella.

-EL PAPEL DECORADO: esta institución tiene probablemente las exposiciones de temática más extravagante que nunca he visto (quizás por ser un museo tan especializado, lo cual hace que te preguntes, ¿realmente es necesario?, supongo que la conservación de nuestros saberes siempre lo es, y el patrimonio industrial también es patrimonio…), a veces alucinas más que en la Casa encendida, que ya es decir; yo creo que ambas instituciones podrían competir muy meritoriamente por quien tiene las muestras más excentricas y originales.

Aunque la Imprenta municipal tiene una gran ventaja: como imaginas que no nadaran en dinero y serán pobres como las ratas; ya que estás convencido de que nada interesante puede exponerse allí (porque la verdad, a mí nunca me resultará un museo atractivo)… pues siempre te llevas sorpresas, e increíblemente positivas además; esto además es muy fácil de calibrar, si uno echa una ojeada a mis artículos recopilatorios de las exposiciones en los distintos años y temporadas, rápidamente descubre que siempre doy valoraciones entre buenas y muy buenas a las exposiciones de la Imprenta municial. Indudablemente alguien podría argumentar que también se debe a lo bajo de mi expectativa, pero yo no lo creo, estoy convencido de que realmente tienen calidad. Quizás se deba precisamente a que pueden arriesgar sin miedo a perder o que a qué son conscientes de que el material que tienen no es muy atractivo para el público en general, con lo que hay que presentar cosas que gusten, sean vistosas y merezcan la pena. Sea como sea, una vez más, debo de alabar la nueva exposición de esta institución.

Nunca hubiera imaginado que el mundo de las guardas de un libro pudiese ser tan fascinante y complejo; y sí, me estoy refiriendo a esos papeles que os encontraréis, principalmente en las muy buenas ediciones, que están entre la tapa y la primera página y que siempre están coloreados de una forma curiosa… y siempre diferente, en esta exposición descubriréis las diferencias y las distintas formas de hacerlo.

No es broma, la exposición realmente va de eso.

Y asombra, pero… ¡está genial!, es realmente interesante, y descubres trabajos de lo más artísticos, así ves, ese papel decorado además de todas las épocas, desde el más histórico (te encuentras papel decorado del siglo XVII, por poner un ejemplo) hasta el hoy en día y como se han usado sus técnicas, especialmente el marmoleado, en el arte y de las formas más variadas, desde el papel hasta la cerámica… es precioso y fascinante. Sin mencionar que, si realmente creías que lo habías visto todo, esta exposición te demostrará que no.

Así pues, aunque no sea imprescindible, sí es desde luego recomendable e interesante.

 

Fundación Canal de Isabel II

Sala de pago de la Plaza de Castilla:

Tras mucho tiempo, volvemos a saber de esta sala, que siempre tiene la costumbre de organizar exposiciones grandilocuentes cuyo objetivo es tratar de convertirse en la gran atracción de la capital, con unos precios, naturalmente, acordes a esta pretensión (ahora bien, no nos equivoquemos, hay múltiples descuentos y gratuidades, en ese aspecto siempre se portan muy bien). ¿Cómo se consigue esto? pues con un tema atractivo y muy conocido popularmente (como lo fueron anteriormente Leonardo da Vinci, Pompeya o incluso la saga de «La guerra de las galaxias») y finalmente eso se adorna y adereza con un montaje lo más espectacular posible, para evitar la imagen tradicional que se tiene de una exposición. Incluso, frecuentemente hay algún tipo de vídeo grandilocuente para redondearlo todo.

Quizás por los costes derivados de todo lo anterior, su programación sea un tanto infrecuente; aunque, también de ese modo, logra llamar más nuestra atención (sin embargo, en este momento parece que no demasiado, no he visto grandes colas ni nada para entrar como en algún otro caso anterior, no hay ningún colapso, al menos de momento).

Y he ahí como se hacen las exposiciones en esta sala; aquella de la que hablaremos a continuación no es una excepción.

-ITINERARIO DE HERNÁN CORTÉS: vacua y superficial, en todos los aspectos.

La información no aporta demasiado (en sala y folleto), a menos que lo ignoréis todo sobre el personaje del que trata, y aún así, no creo que salgáis mucho más informados.

El montaje pretende espectacularidad pero carece de originalidad y no está muy bien guiado.

Hay un vídeo de la BBC que es un documental dramatizadísimo (y que se toma muchas, pero que muchas licencias artísticas -tanto que es más ficción que realidad-), que dura 50 minutos; y que se moja todo lo que no lo hace la exposición… de hecho, incluso se llega a contradecir.

Por cierto, también hay talleres infantiles, teniendo en cuenta la temática de la exposición y ciertos hechos históricos un tanto escabrosos, ¡mataría por asistir a uno de ellos!, aunque bueno, los niños de hoy ven cosas peores por la televisión continuamente.

En definitiva, la exposición está muy mal comisariada, ¿razones? bueno, para empezar todo está muy diluído, ya por el título daba esa impresión, el conjunto se pierde, a la propia exposición le cuesta encontrar sus objetivos, su temática, el «de que va esto», como ellos mismos no lo saben, difícilmente lo sabrá el asistente.

Al final, todo se queda en algo trivial e insustancial, ni siquiera hay algún tipo de parcialidad o posición interesante a debatir porque no se mojan en nada, ni cayéndose al mar Caribe.

En definitiva, se trata de una exposición muy poco interesante.

 

Sala de santa Engracia:

-PABLO GENOVÉS, EL RUIDO Y LA FURIA: aunque PhotoEspaña ya presentó anteriormente obras de este artista de una forma bastante sesgada (aunque en un espacio incomparable); ahora tenemos la oportunidad de descubrirlo con una mayor profundidad.

Y así, en este antiguo depósito reconvertido en sala de exposiciones, podemos descubrir esta interesantísima exposición que habla de algunos de los temas que más me fascinan, como la decadencia o la desaparición de lo que siempre se suponía que existiría.

Imágenes brutales y fascinantes (aunque hay quien podría decir que repetitivas), que bien podrían ser parte de una película de catástrofes, pero que también nos transmiten un fascinante mensaje ecológico, y la profunda delicadeza de todo lo que hemos creado a pesar de sus apariencias, son algunos de los fascinantes temas acerca de los que podremos reflexionar con la obra de este autor.

En definitiva, altamente interesante y recomendable.

 

Espacio fundación Telefónica

No sé que ha sucedido con este lugar, ha pasado de que no lo visitara casi nadie a estar prácticamente lleno, y que resulte incluso dificultoso ver las exposiciones… y en meses; yo no soy capaz de explicarme ese masivo aforo repentino.

Sea como sea, ha cambiado drásticamente; no en todo para bien, por ejemplo ya no hay consigna (nunca me gusta que sea obligatoria, pero una optativa siempre está bien) ni tienda; en cambio ahora hay una cafetería.

Por otro lado, el lugar tiene más exposiciones a la vez que ningún otro sitio, contandolas todas, las más y menos reducidas, permanentes y temporales, llegan a ser por lo menos siete, ¡es alucinante!.

A mí no me ha dado tiempo a verlas todas (la de Ferrán Adrià o la de Pablo Roca son las más publicitadas), pues en esta ocasión fui para hacer tiempo; en un futuro intentaré completarlas todas.

Lo que sí mantienen, son los montajes poco convencionales, tan vanguardistas como su propia y espectacular escalera, que ya te encanta ir al edificio sólo para subirla; y dado que el ascensor es insoportablemente lento… tampoco te deja mucha opción.

Eso sí, se echan de menos folletos para todas las exposiciones; pero en toda la fundación en general, la verdad es que hay que reconocer que está todo muy disperso, se ve como muy caótico y desorganizado.

De momento, os ofrezco la que sí vi bien y que puedo comentar con propiedad:

-TELEFONISTAS, EL MUNDO EN SUS MANOS: no sé porque, pero cada vez me gustan más estas miniexposiciones, quizás sea porque saben rentabilizarse muy bien a pesar de sus escasos recursos, y aunque siempre se echa de menos más información, lo cierto es que algunas son mucho mejores que las grandes (en este mismo artículo hay varios ejemplos de ello en múltiples museos).

Esta en concreto es interesantísima, especialmente para aquellos a los que el cine nos ha fascinado tanto con la figura de la telefonista (con películas tan maravillosas y memorables como aquel preciosísimo musical de «Suena el teléfono» que hacía que todos quisieramos tener una telefonista en nuestra vida, con aquel maravilloso final feliz -que no se dobló, y que sólo se oye en la versión original- del narrador terminando diciendo «y así, es como todos pueden mejorar su vida sólo contratando un servicio telefónico», mientras el coro se eleva con el último reprise, ¡ah!), pero detrás de todo ese glamour fílmico, esta exposición (que curiosamente no toca el tema del cine, probablemente debido a los escasos recursos) habla de como era realmente el oficio de telefonista en España.

Es así, una incursión fascinante en la que la información es muy buena y los objetos e imágenes que se muestran de sumo interés para comprenderlo todo y para hacernos una muy buena idea de como era el día a día de esas mujeres y lo que suponía ejercer esta profesión.

Por si fuera poco, tenemos la oportunidad de intentar ser telefonistas con una máquina y dos teléfonos puestos allí al efecto (y unas instrucciones de como utilizar el tema); personalmente yo no conseguí poner a mis dos operarios en comunicación (ya sé una profesión para la que no valgo… menos mal que está extinguida ja, ja, ja), pero creo que la maquina no estaba del todo bien… si alguien lo prueba y lo consigue, ¡que me lo comente por favor!.

En definitiva, una exposición fascinante sobre una profesión y unas mujeres igualmente fascinantes.

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-FERRÁN ADRIÀ, AUDITANDO EL PROCESO CREATIVO: recuerda un poco a la de Ibáñez que se hizo en el CBA (y cuya crítica está aquí mismo), en el aspecto de que es un tanto narcisista y pretenciosa.

En cualquier caso, es incuestionablemente curiosa e interesante, pues no se suelen hacer exposiciones sobre temática gastronómica, e indudablemente Telefónica ha querido desmarcarse en este aspecto.

Es digna de ver para aquellos a quienes les interese el tema culinario, Ferrán Adrià y el funcionamiento de Elbulli, o el como se da la creatividad (según ellos).

El montaje es espectacular (no se esperaba menos) pero un tanto difuso, te pierdes con facilidad, y hay un exceso de sobreinformación… en el fondo no da resultado, y tampoco termina de cuajar cual es su objetivo final.

Y lo dicho, la información de sala es un tanto excesiva, poco centrada, lo mismo de lo cual se puede decir del folleto.

Concluyendo, aunque es interesante de ver, y muy probablemente uno de los imprescindibles de la ciudad (aunque sólo sea por su originalidad), no deja de tener unos cuantos y muy reseñables defectos.

Como curiosdad tonta, decir que de tanto ver sobre comida… se echa de menos que no haya alguna especie de catering al final… es lo mínimo, es como si vas a una de pintura y nunca llegas a ver los cuadros, sólo reproducciones de estos.

 

Casa de la moneda

Nunca entenderé porque no vengo más por este museo, quizás sea porque está demasiado especializado y ni la numismática ni la filatelia son grandes pasiones para mí… aunque estoy seguro de que un aficcionado a estas cuestiones disfrutará de lo lindo, pues está muy bien montado.

En realidad, también las exposiciones temporales suelen estarlo, lo que no deja de ser asombroso, pues tampoco parece que tengan muchísimas visitas (o yo nunca las he visto)

Como curiosidad, eventualmente organizaron algún concierto.

Además, a nivel de atención al público, siempre es impecable, son amabilísimos, de una cordialidad que asombra.

Y no sobra decir, que si pasamos por allí, podremos ver ya como son las nuevas monedas de euro del reinado de Felipe VI (en la tienda, junto a otras coleccionables sobre esos temas); poco original para mi gusto, pues recupera el rostro totalmente de perfil, al contrario que el de don Juan Carlos I, que era un retrato más realista y con un angulo mucho más favorecedor.

En esta ocasión volví, básicamente porque me enteré por los grandes carteles que cuelgan del exterior que celebran 400 años (representados con imágenes de Felipe V y María Cristina de Habsburgo… toda una simbolización del paso del tiempo), y aunque nada lo indicaba, supuestamente debería de haber una exposición temporal dedicada a tan magno evento. No era así.

A cambio, pude ver otra, que, sin embargo, no era menos interesante.

-25 EDICIÓN DEL PREMIO TOMÁS FRANCISCO PRIETO: el mundo de las monedas y de las medallas es algo aparte y especial, del que probablemente sólo los auténticos conocedores y coleccionistas pueden valorar su importancia; y aunque, como ya digo, no suelo ver mucha gente en el museo, sí me han dicho múltiples veces que van coleccionistas, y algunos de los precios de la tienda son espectaculares….

Por eso, al ver esta interesantísima exposición sobre importantes y consolidados artistas que diseñaron medallas para la Casa de la moneda a petición de esta misma institución, no podía dejar de preguntarme el valor que tendría para un coleccionista y si habría muchas personas que trataran de conseguirlas.

Sea como sea, es fascinante que ese género que, en una primera impresión, parece tan ajado, tan desfasado como la medalla (pues casi siempre tuvieron un carácter propagandístico que hoy, teniendo en cuenta los medios actuales, ya no tiene sentido) siga totalmente vivo y de la mejor manera.

Me encantó todo lo expuesto, puesto que, aunque formaba en gran parte de la exposición permanente, se exhibían también bocetos originales y otras cuestiones que se utilizaron para realizar las medallas finales, dándonos una impresión total; además de una buena información de sala y un gran folleto que trae todas las medallas reunidas (teniendo en cuenta que no pueden hacerse fotos, es de agradecer).

Y resulta incluso todo un apasionante paseo por los grandes artistas del último siglo, gracias a estas creaciones fascinantes, pues tenemos a: Chillida, Tàpies, Antonio López, Martín Chirino, Luís Gordillo, Cristina Iglesias… entre otros muchos.

En definitiva, una exposición fascinante sobre estes preciosos objetos de los que podremos aprender mucho más, tanto de medallas como de arte español. Interesantísima.

Aunque cuidado con encapricharse con alguna de ellas (si es que la tienen, siempre son ediciones limitadas), si bajáis a la tienda, descubriréis que los precios son bastante considerables….

 

Museo Reina Sofía

Por fin han vuelto a los folletos los mapas que te indican donde está exactamente la exposición, menos mal, porque siempre te perdías de mala manera por el museo.

-UN SABER REALMENTE ÚTIL: al principio suena bien, nos introduce en como la educación está condicionada por la sociedad, que es una serie de verdades acordadas… etc. Si hubiera continuado por ese camino y hubiera analizado el sistema educativo, ya fuera español o el de varios países, desde una perspectiva neutral y tratando de evocar los pros y los contras, lo más interesante de unos y otros, hubiera sido una exposición muy buena… pero no lo hace.

A pesar de que en el folleto asegura que quieren ser neutrales, nada más lejos de la verdad. Siguiendo una insoportable demagogia ultraizquierdista totalmente parcial y nada objetiva, se dedican a analizarlo todo desde esa perspectiva.

No es una exposición, es vulgar propaganda nulamente disimulada y nada interesante.

-EL RETORNO DE LA SERPIENTE: menudo aburrimiento, salvo alguna obra que se salva, el resto es un caminar por una serie de obras insustanciales que apenas se quedan en la memoria.

-REPÚBLICA: sorprendentemente, ya el propio artista dice en la audioguía que no hay nada de reinvidicativo en la exposición ni en nada.

El audioguía es insoportable, lo grabó el propio Juan Luís Moraza de una forma nada apta (probablemente con una grabadora, se oye más el sonido de fondo que a él), de modo que, si ya cuesta escucharle, que encima se enrrolle contándonos sus patochadas (por usar una palabra suave, hablando mal y pronto «sus pajas mentales») lo hace especialmente insufrible. Podrás aguantar, con muchísima paciencia, dos o tres salas de semejante audición, pero no más.

El hombre además, en su afán diferenciador, rompe con el tradicional folleto del Reina Sofía y crea uno propio con forma de periódico, el cual es extremadamente incómodo para ver la exposición (pero a la vez imprescindible, porque no hay cartelas ni ninguna otra información… una pesadilla) porque es tan grande como uno de verdad y hay que tenerlo abierto para verlo; imagináos el contexto: el periódico, el audioguía, el resto de los folletos del museo, si llevas otra cosa… no os costará imaginar la dificultad de encontrar manos para tanta cosa.

El conjunto final se define, en su totalidad, como unas buenas ideas mal aprovechadas.

-DANIEL G. ANDÚJAR, SISTEMA OPERATIVO: interesantísima exposición (también es la única en este momento) por la que sí merece la pena pasar por el museo.

Arte y tecnología se interrelacionan creando toda una reflexión de rabiosísima actualidad. Si alguna vez pensáisteis que el arte estaba totalmente alejado del mundo real (porque las manifestaciones vacuas y superficiales como alguna de las otras exposiciones sobre las que escribí arriba nunca podré considerarlas actuales), esta es la oportunidad perfecta para descubrir que no es así.

 

Centro comercial Arturo Soria

-FLECHA 2015: una vez más, y queriendo competir (o al menos crear un espacio alternativo) con las otras grandes ferias de arte contemporáneo (como ARCO o Art madrid), reaparece esta iniciativa.

El año pasado me dejó una impresión sumamente positiva, como bien recordaréis… pero quizás todo se debió a la sorpresa del asunto más que a otra cosa; porque lo cierto es que este año, ha resultado un tanto decepcionante.

Ciertamente hay algunas obras de calidad que merece la pena ver, pero no tanto como para desplazarse a este lugar tan extremadamente alejado (nunca entenderé porque lo hacen aquí, supongo que porque tiene cierto buen nivel -sólo hay que ver las tiendas que hay-, pero para eso podrían haberlo hecho en el «Moda Shopping» igual, por ejemplo), pues, la realidad es que el general no es tan bueno.

Hay bastante repetición (reconoces artistas e incluso obras del año pasado -y que no se han vendido-); otras obras que directamente no valen la pena; y finalmente una minoría que sí. Además hay la habitual participación de artistas consolidados para darle un nombre a la feria.

Pero con franqueza, por el conjunto final, no merece la pena repetir… otra cosa es si nunca se ha visto, entonces resulta interesante y curioso.

 

Real academia de bellas artes de san Fernando

Milagrosamente, y tras la inmensa vergüenza de la Real academia de cobrar las exposiciones temporales (cosa que antes no habían hecho), parece que vuelven al buen camino, sólo parece, porque…

-EL TRIUNFO DE LA IMAGEN: la Real Academia seguramente necesita dinero y para ello parece estarse especializando en exposiciones publicitarias y propagandísticas (quién no se acuerda de la de los notarios…), y la que encontramos en este momento, no es en absoluto una excepción.

Dedicada totalmente a hacernos ver lo muchísimo que hace la comunidad de Madrid por el cuidado de su patrimonio artístico, y el mucho trabajo y dinero que se ha invertido; es un magnífico mitin cultural en forma expositiva; no hay duda, se ha encontrado una nueva forma de utilización del arte áulico.

Por lo demás, hay alguna que otra obra interesante, pero en general, nada del otro mundo.

La información de sala, del folleto y de las cartelas es simplemente como si no estuviera, puesto que por lo general sólo se dedica a ensalzar lo muchísimo que se ha hecho para la conservación del patrimonio (aunque algunos detalles en los que se cuentan las técnicas y métodos de restauración son interesantes). Por lo demás, es absolutamente superficial, por mucho que la exposición esté llena de textos por todas las partes.

El montaje es inusualmente espectacular para este lugar, claramente porque lo pagan otros.

 

Museo Sorolla

Hoy por primera vez, he encontrado cola en este museo, ¿se estará volviendo especialmente popular?, aunque lo cierto es que no es para menos….

-TRAZOS EN LA ARENA: he de reconocer que las exposiciones de esta casa museo siempre me sorprenden para bien, quizás porque voy continuamente con bajas expectativas debido a que, en el fondo, Sorolla y su estilo tampoco me entusiasman.

Y una vez más volvió a encantarme la exposición, pues, aunque frecuentemente sus exposiciones giran en torno a sus propios fondos (que no obstante tienen muchos y muy interesantes guardados), a veces, y en esta ocasión sí lo hacen, consiguen también obras de otras procedencias; que en este caso resultan fascinantes.

No se puede dejar de comentar, además, que una de las grandes virtudes de las exposiciones de este lugar es que, no sólo se limitan a poner las obras y la correspondiente información; sino que además lo complementan incluyendo el material con el que se hicieron (tipos de lápices, carboncillos, tipos de tinta…); cumpliendo a la perfección su labor como casa de artista, pues, teniendo obras y material para realizarlas, ¡sólo falta el pintor!.

En definitiva, una nueva oportunidad para dejarse fascinar por Joaquín Sorolla en su preciosa casa madrileña.

 

Museo de arte contemporáneo de Madrid

Y vuelve a reabrir este museo en el Conde Duque, después de tanto tiempo… aunque tiene toda la pinta de ser temporal. En todo caso, no ocupa ni están todas las mismas obras que en su primera apertura.

De todos modos, el publicitadísimo despacho de Ramón Gómez de la Serna (toda una fascinante reconstrucción), sí resulta sumamente interesante, y bonito de ver, además nos acerca más a su pensamiento y su forma de concebir el mundo, además de, como ya digo, resultar agradable estéticamente.

 

Sala de la Corona. Palacio Real de Madrid.Rafael Alberti, escritor. Impresión fotográfica sobre papel baritado, 40 x 30 cm. 1985 © Alberto Schommer, VEGAP, Madrid, 2014

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