Saga exprés: Mamma mía!

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E, inesperadamente y contra todo pronóstico, surge una secuela tras, ¡nada menos que diez años justos!, del musical cinematográfico «Mamma mía!», así que reconvierto este artículo, de una crítica de una película a una de una saga, y así, están ambas películas (y las que pudieran seguir surgiendo) aquí todas reunidas. Así pues, vamos a hablar de:

 

-1: Mamma mía, la película

Bueno, por fin sale la crítica del nuevo musical en cartel al que como siempre (¡que ya es una tradición!) se le ha anunciado y dado muchísima publicidad aquí en Universo de A (y de hecho ya se ha empezado a hacer también con la nueva entrega de High school musical que aparecerá en cines en octubre); y como de costumbre he creado un montón de expectativas, pero bueno, vayamos al tema.

Un día, a alguien (no se si el productor o la directora), fanático del extinto grupo musical ABBA y nostálgico perdido, se le ocurrió coger sus canciones favoritas (o al menos muchas de las más conocidas) y tratar de convertirlo en un musical de Broadway con todo lo que ello implica (y no me refiero sólo a pedir los permisos a los antiguos componentes, que fueron muy, muy listos y se reservaron derechos de absolutamente todo: desde la obra a la película).

Así pues, concibieron una historia, probablemente a través de las canciones, y trataron de encajarlas; y el resultado fue «Mamma mía! the musical», y fue, como no, un éxito, aunque sólo fuera porque acudieron las mismas personas que podrían recordar su juventud y las canciones que les eran conocidas… desde luego tenían la seguridad de que la música no les iba a defraudar, lo cual es muy importante en un musical… el cual empieza a viajar por todo el mundo y llega a España, tierra que está despertando ante este género (lo cual no deja de ser interesante cuando siempre hemos sido conocidos por ser un pueblo muy aficcionado a la música y la danza) donde es muy bien recibido (en parte por ABBA; pero también por el hecho de que una de sus primeras protagonistas fue Nina, la directora de la academia de «Operación triunfo», reality show en auge por aquella época) y aguanta varios años (lo cual es todo un mérito, porque mientras que en Broadway y Londres pueden aguantar decadas, aquí un par de años es todo un record) en el teatro Lope de Vega de la Gran Vía que es rebautizada por muchos críticos como el nuevo «Broadway madrileño»; pero todo termina y la obra abandona los escenarios (aunque creo que en la actualidad se está representando en Barcelona). Ahí podría acabar toda la aventura, al fin y al cabo el teatro es efímero por naturaleza (y por desgracia), pero a Mamma mía le esperaba algo más grande: la inmortalidad del cine (bueno más o menos, muchas películas desaparecen para siempre, pero hay que reconocer que es más fácil persistir en un medio que en otro).

Y así, la misma directora de 50 y tantos años, sin ninguna experiencia en cine pero con un enorme curriculum en teatro que incluye hasta representaciones de óperas, se mete en el reto de dirigir una película, que una vez estrenada es un éxito en EEUU y Canadá, y ya se sabe, si apruebas esos dos paises, los productores ya saben como le va a ir a su creación en el resto del mundo. Fin de su historia y comienzo de la mía con respecto al tema.

Lo cierto es que yo siempre supe que la obra estaba en el teatro, pero la verdad, nunca fui, ni siquiera cuando estaba en sus últimos días que estuve tentado, pero no lo hice. ¿La razón? muy sencilla, no creo en los musicales de canciones de grupos (también llamados «de recopilación» o «jukebox»), de hecho ni siquiera creo que sean musicales, creo que en todo caso son conciertos con las canciones preferidas de un colectivo hilvanados con una historia no demasiado consistente, pues al fin y al cabo, la gente no va a ver una obra de teatro así que no van a ser exigentes. Creo que un musical debe tener canciones originales, creadas explictamente para la historia, pues sólo de ese modo puede alcanzar toda su belleza, puesto que los números musicales tienen mucha importancia en un musical, ya sea para hacer avanzar la historia o expresar los sentimientos de los personajes; y con las canciones de un grupo no puedes conseguir eso. Pero el caso «Moulin Rouge» me cerró la boca, allí todo encajaba perfectamente, no era un concierto, era un auténtico y verdadero musical (aunque eso sí, en ese caso estaba hecha con canciones de grupos muy diferentes y de épocas distintas y muchas de ellas estaban claramente modificadas y adecuadas a la historia) y eso era incuestionable; así que cuando me dirigí al cine lo hice con ese pensamiento, el de no tener prejuicios y de juzgar con la mente en blanco y aplaudir rabiosamente al final si «Mamma mía!» así lo merecía. Pero no fue así, y mis peores temores se vieron rápidamente confirmados; ahora me explico.

La historia es ligera, leve, frágil, tanto que al más mínimo pensamiento se derriba; si, es cierto que el argumento general construye una magnífica historia que podría desembocar en una maravillosa comedia de enredo, pero no se aprovecha, aún diré más, se desperdicia con descaro, y las escenas en las que el guión podría ser tronchante no lo logra por eso. Los personajes tampoco están construídos de maravilla, de hecho, a pesar del aluvión de sentimientos que podría provocar la busqueda desesperada de la hija, se queda en algo simple y vanal, como si estuviera buscando la sandalia que perdió esta mañana (aunque tiene algo de lógica, no es un drama); y los personajes secundarios apenas están delineados, como la madre y las amigas; y curiosamente, las canciones que en un musical pueden ser el punto fuerte para describir sus personalidades, no hacen nada por llevar a cabo esa tarea. Pero, por lo demás, el guión no tiene más pegas, quizás sólo el centrarse en una historia demasiado ligera que puede cansar al espectador al no tener otro sitio a donde mirar.

La directora sorprende de forma agradable, pues vista su nula experiencia en el cine, uno se podría esperar una película muy teatral, pero es todo lo contrario, la directora aprovecha al máximo todas las posibilidades: planos aereos, travellings… etc y muestra la enorme belleza de las localizaciones (que son en una isla griega) en todo su esplendor; el defecto es, quizás, no saber darle dinamismo al guión.

La dirección artísitica y el vestuario podrían ser mejores, especialmente tratandose de un musical, donde uno espera un desfile ininterrumpido de colores; simplemente, no son nada a destacar.

La fotografía es adecuada pues refleja la luz clara del mediterraneo.

Y, por antepenúltimo, los actores, los cuales fueron elegidos muy concienzudamente, más por ser conocidos que por su talento como cantantes y bailarines: Amanda Seyfried es la novia (algo curioso, a pesar de que esta película trata sobre una boda, el novio apenas aparece) y dejando de lado su increíble belleza y cuerpo (los escotes que lleva son muy, muy descarados) es una de las que más talento tiene de todo el reparto para el musical: sabe actuar, cantar y bailar a la perfección; lo mismo que Christine Baranski, que no tiene demasiado papel pero aprovecha al máximo sus escenas y especialmente su número en solitario; a partir de aquí, todo es un poco menos perfecto: Meryl Streep no canta mal, pero su voz tampoco es una maravilla y aunque hay que reconocer que no se le da mal la danza, lo cierto es que a nivel de actuación no me convenció teniendo en cuenta el papel que interpretaba, creo que una actriz más expresiva le hubiera dado más vida al personaje; Julie Walters tiene una maravillosa interpretación pero no se puede decir lo mismo ni de su voz ni de su danza; Stellan Skargard es el mismo caso que el anterior; Pierce Brosnan consigue dominarlo todo de una forma regular y finalmente Colin Firth que se sigue encasillando en su eterno papel de calzonazos/cornudo en esta nueva interpretación y que no parece saber hacer nada nuevo, no sorprende ni en voz ni en danza. En cualquier caso, en conjunto hacen un buen cuadro, hay química.

Ya sólo queda hablar de la música (independientemente de que te guste o no ABBA, a mi personalmente no me fascina) que hay que reconocer que es pegadiza (yo aún la tengo en la cabeza) y ha sido adecuadamente orquestrada para ser parte de un musical y no sólo una canción de un grupo, lo cual ha sido una inteligente decisión. Pero se queda ahí, porque ahora es cuando volvemos al tema de los musicales de grupo, puesto que el gran y principal problema de esta obra es que las canciones no reflejan nada, nada de nada, pues están metidas a fuerza en la historia en la que no siempre consiguen encajar, y a veces claro, salta algún resorte en forma de frase de la que piensas «¿y a que viene esto?, ¿que tiene que ver con lo que estamos viendo?» puesto que las letras no se han variado nada (de hecho, uno de los grandes defectos de la película es que parecen estar convencidos de que sólo iran fanáticos de ABBA, puesto que -y esto parece muy sacado del teatro- empiezan a decir la letra de una canción sin cantarla, como para que el público la reconozca y empiece a tararearla), así pues: historia ligera+canciones forzadas=concierto de grupo conocido disimulado de musical.

Se pueden destacar de todos modos las coreografías, algunas de ellas muy Broadway (y extrañamente, muchos números acababan en el mismo embarcadero, ¿tendría algún significado simbólico?), pero el problema de ellas es que algunas parecían carecer de sentido (como en el caso de las canciones) puesto que no sabías quien demonios era la gente que bailaba allí o porque lo hacía (nunca se sabía si eran invitados a la boda -que por cierto no me explico donde los metieron ese día- o habitantes de la isla).

No obstante, hay varios números destacables como: «Honey, Honey», «Voulez vous», «Mamma mía» o «Take it easy»

He de añadir, para ser justo con la crítica, que como sabéis yo siempre llevo muchas expectativas a un musical, y eso puede condicionar que la película pueda no estar a la altura, y que después de posteriores visionados siempre acabo reconociendo su cierta calidad.

Y quiero destacar también la magnífica labor publicitaria en internet, que incluye una página totalmente en español con un diseño magnífico (no se puede decir lo mismo del trailer para televisión, muy flojo).

En definitiva, mejor si eres fan de ABBA, entonces te encantará, prueba de ello es que el cine estaba lleno de «carrozas» y que muchos de ellos llevaban a sus hijos para meterles las canciones en la cabeza. ¿Y si no?, ¿y si ni siquiera sabes que es ABBA?, entonces precaución, si te gustan los musicales, no esperes demasiado, es más un concierto con historia que otra cosa, que es el gran defecto que tienen todos los musicales de grupo. Si no te gusta el musical o no has visto ninguno, la verdad, esta no es la película adecuada para conocer el género o cambiar de opinión acerca de él.

 

SPOILER: ahora, este párrafo, no lo continuéis leyendo los que no queráis saber nada de como acaba la primera parte. Quedáis advertidos. El final me parece como si se estuvieran riendo del público, es decir, pasan toda la película contando una historia más simple que un cuento de hadas, y encima luego la boda… ¡ni se celebra!, deciden dejarlo, como si eso de casarse fuera decidir si pedir una pizza con o sin anchoas… se supone que han tomado una decisión madura y meditada, y de repente, ¡hala!, a la porra la boda; aunque no es de extrañar, si lo decidieron de la misma forma que los personajes de Streep y Brosnan a la conclusión del filme, cosa que sucede en este plan: «oh, llevo sin verte 30 años, ¡que importa, casemonos para no desperdiciar el banquete!, ¿no tienes nada mejor que hacer hoy, verdad?». Pero el colmo absoluto de la frivolidad, es el asunto de quien es el padre, con el que nos toren durante toda la película de forma cruel y despiadada (de hecho no se hablaba de otra cosa), y al final, ¡felicidad! a nadie le importa, todos quieren ser los progenitores y tener 1/3 de hija (literalmente), como si eso de ser padre fuera como tener un peluche. Desesperante. Lo mejor del final, el reprise.

 

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-2: Mamma mía!, una y otra vez

Creo que nadie esperaba, diez años después, una secuela de la primera película… y más sabiendo que no es un musical cinematográfico original sino que proviene de una obra de Broadway que, en cambio, no ha gozado de segunda parte en su primer medio de estreno (tampoco es muy habitual en el teatro)… curioso, verdaderamente curioso.

En cualquier caso, que se haya hecho tantos años después no deja de aportarnos una cuestión extra cuanto menos interesante: cómo han tratado los años al reparto en todos los sentidos, tanto físicamente (los cambios se notan más, curiosamente, sobre todo en los más jóvenes, algunos de los cuales han perdido mucho atractivo) como sus carreras (así, algunos no han progresado tanto como era de esperar -Amanda Seyfried-, otros han invertido posición con el paso de los años -sin duda la estrella masculina de la primera parte era Pierce Brosnan… sin embargo el actor de prestigio ahora es Colin Firth-, y para otros la situación no ha cambiado en absoluto, ya sea para bien -Meryl Streep, sigue siendo igual de ovacionada ahora que cuando estrenó la primera parte- o para mal -no parece que Dominic Cooper haya rentabilizado su paso por el éxitoso primer filme-… etc).

Y por supuesto, no está el menos importante detalle de la incorporación de nuevas caras (y quienes han sido elegidos para ello) a la gran familia de la saga; pues ya en la primera parte se contaba con un repartazo de estrellas, que aquí intentan multiplicar… con más o menos éxito (luego me explicaré mejor).

No obstante, el paso del tiempo no sólo se nota en los actores, sino en otras cosas, puesto que rápidamente empiezas a observar cosas que no concuerdan del todo con lo que habías visto antes, que no son exactamente lo que recordabas… y claro, efectivamente, la película no se grabó en el mismo sitio (pasamos de una isla de Grecia a otra de Croacia), y los decorados no son una reproducción exacta de los originales… etc. Sí, pronto notas que tal vez te hayan puesto las mismas caras delante de las cámaras, pero que las manos que mueven los hilos por detrás, son otras que no son las originales (para bien o para mal).

En realidad, esta secuela es una deliciosa paradoja: por una parte está llena de nostalgia… aunque no se sabe muy bien de qué, pero desde luego, no de la primera parte que le dio origen, a la que evita a toda costa por no decir que ningunea; ¿por qué?, pues porque no existen referencias a esta en ningún sitio del metraje, todo se explica desde cero, todo se reconstruye como si se estuvieran solucionando los errores del filme precedente mientras intenta convertirse en un producto nuevo y a parte… cosa que no consigue, pues sigue estando demasiado pendiente de la anterior, y, la verdad, su definición de los personajes es bastante peor (cosa que ya era difícil) e incluso contradictoria con el filme original.

De todos modos, como en toda buena secuela, el lema es siempre el mismo: «más, y más grande».

A mí, como se puede leer arriba, nunca me entusiasmó «Mamma mía!», así que tampoco esperaba gran cosa de esta segunda parte… pero como ya coincidían los distintos críticos, lo cierto es que sí es mejor que la primera… tampoco es que hubiera mucho hándicap que superar; quizás por eso, algunos resacosos de esto último, ahora reconocen y critican en la segunda aquello que no se atrevieron a admitir sobre la primera (y que yo sí puse en mi crítica).

La historia de la que se parte en la segunda parte es, en realidad (y siguiendo el viejo sistema de las secuelas de éxito seguro), exactamente la misma que la de la primera: una mujer que se enfrenta al reto de, a pesar de las dificultades, poner en funcionamiento un hotel en una isla griega, antes era la madre, ahora es la hija, con la ayuda de una serie de personajes, pretendidamente simpáticos, que van llegando poco a poco al lugar a modo de apoyo… y ya no hay más (lógicamente, ya no hay la presión de una boda o el querer saber quién es tu padre). Al final todo se convierte en un cuentagotas de cameos (algunos más forzados que otros) y de esperar a que salga el siguiente personaje que ya aparecía en la primera parte; ver quién llega nuevo o descubrir que otra canción de ABBA han decidido meter en la secuela… porque lo cierto es que todo es inmensamente predecible o ya estaba contado en la primera parte (la base de la que parte esta secuela es la de crear la precuela de como el personaje de Donna llegó a la isla… pero eso ya lo sabíamos y nos lo había contado la primera canción -«Honey, honey» del filme original).

¿Significa por tanto esto que no es buena?, en absoluto, te da lo que esperas e incluso más. Por supuesto no es una obra maestra, pero no creo que nadie esperara tal cosa. Y desde luego, en muchos aspectos, supera a la primera.

Uno de esos aspectos es la rítmica, inteligentísima y muy visual dirección Ol Parker, el cual hace unos hallazgos y tiene tal originalidad, que si fuera otro profesional más consolidado y en un tipo de película más del gusto del eruditismo a la violeta, su talento sería comentado por todo cinéfilo de buen gusto. Sin mencionar que logra sacar a flote un guión muy plano, que además se excede metiendo canciones de ABBA (en detrimento del ya escaso argumento), gracias a su capacidad para el impacto visual, y que el texto apenas decaiga; y esto no es una tarea fácil, la directora del anterior filme lo sabe.

En realidad, llama mucho la atención todo lo que han cambiado los nombres de la parte técnica, lo cual ha llevado, como ya he dicho, a una renovación de lo que habíamos visto en la primera parte, lo que produce que lo que tengamos ante la vista sea, más una evocación que una reproducción de aquella; lo cual se puede aplicar a todo, desde la dirección artística, vestuario o la fotografía.

Capítulo aparte merece, por supuesto y como no (teniendo en cuenta el género), la música que en el caso de la secuela se adapta muchísimo mejor a la historia y entra con más facilidad en ella sin resultar forzado o chapucero como en la precedente. Así, surgen nuevas canciones de ABBA y se producen reprises continuos a modo de recuerdo (o incluso repeticiones completas en el caso de las más importantes o de aquellas que no se habían hecho enteras en el primer filme)… el resultado es una película que está excesivamente hinchada de números musicales puesto que el argumento no da tanto de sí como para justificarlos… pero, en el fondo, no mintamos, también es lo que esperamos y sabemos que vamos a ver.

Sólo queda hablar del reparto artístico, sin duda una de las grandes bazas de esta producción (tal vez la que más), por estar plagado de caras conocidas… tal vez demasiado, muchos de ellos empiezan a resultar cansinos y a hacer que te preguntes si no hay más actores en toda Gran Bretaña, porque parece que en todas las películas siempre salen exactamente los mismos, independientemente de que lo merezcan o tengan el talento para ello (que claramente, no; porque de alguien verdaderamente bueno nunca te cansas).

Sobre algunos de ellos detallo a continuación:

-Meryl Streep: cuando al principio de la película te dicen que la protagonista está muerta y que la saga de «Mamma mía!» ya se puede despedir para siempre de ella, no te lo puedes creer… quizás esta sea la diferencia más descarnada y marcada con su predecesora, el modo de marcar más descaradamente las distancias. Streep, sin embargo, si aparece al final, casi como una concesión inevitable, pero sólo a modo de cameo y con un cierto ninguneo a su personaje. Francamente, no me explico como Streep pudo aceptar (lo simpático es que seguro que le pagaron como si hubiese hecho toda la película… de hecho, no me extrañaría nada que hasta le pagasen más que por la primera parte).

-Lily James: mala actriz donde las haya (afortunadamente, canta aceptablemente bien, aunque tampoco es nada del otro mundo), a la que la mayoría conocimos por «Downton Abbey», y que desde entonces sigue haciendo exactamente el mismo personaje una y otra vez, da igual que sea Lady Rose, como Cenicienta, una secretaria de Churchill o Donna en este caso… ella sigue haciendo exactamente lo mismo.

-Buena parte del reparto del filme original: evocan, reflejan (como la propia película) el recuerdo de los personajes que hicieron hace diez años sin apenas conseguirlo, parece que se hubieran olvidado de lo que hicieron (aunque también lo hico el guión, así que…)… no sólo las arrugas y el cabello blanco les han cambiado, también sus interpretaciones. En realidad, todos parecen tener la actitud de «es una secuela, vamos a cobrar y bien, no hace falta despeinarse por esto».

-Resto del reparto que evoca a los personajes cuando son jóvenes: con la muy notable excepción del actor que interpreta a Colin Firth cuando es un veinteañero, que lo calca absolutamente (también es algo fácil, Firth no es un buen actor y tiene recursos muy obvios y predecibles) siendo un espejo juvenil absolutamente ideal (no me extrañaría nada que este actor se viese todas sus películas y mirase con atención todos sus gestos, porque hace una imitación perfecta), y, por supuesto, la muy buena actriz que interpreta a la joven versión de Christine Baranski (que también hace una perfecta reproducción del personaje de la primera película… cosa de la que la propia Baranski no puede presumir en la secuela, y eso que fue ella misma quien creo el personaje); el resto ni se molesta en tener como referencia a los actores originales; ahí cada uno va a lo suyo.

-Nuevo reparto con nuevos roles creados para la ocasión: como ya es una película con un exceso absoluto de personajes, a todos los cuales hay que otorgarles una historia y una participación en el filme; incluir nuevas caras parece algo tan innecesario como arriesgado y absurdo… sin embargo, los productores de «Mamma mía!» saben que el cameo vende, y que una cara y nombre conocido en el poster puede aumentar considerablemente los ceros de la recaudación. Y es lo que pasa con los personajes de Andy García y Cher, que quedan desaprovechados y sin oportunidad de desarrollarse hasta volverse interesantes.

Llama la atención, no obstante, la aparición de la cantante, no sólo por ser a última hora e innecesariamente (sin mencionar que parece más que Streep sea la madre de Cher que al revés… no comulgo con los beneficios de la cirugía, pero es innegable que a la segunda se la ve mucho más joven y lozana que a la otra; sin mencionar que, parece que al ego de la cantante no le ha sentado mal interpretar a una bisabuela… ¡toma ya!), o porque su personaje sea el colmo de lo tópico y del estereotipo; sino porque, teniendo en cuenta que el momento cumbre de la carrera, tanto de ABBA como de Cher fue en los 70, ¿no eran competencia directa?. Sea como sea, parece que si tal cosa ha sido así, se ha olvidado, puesto que la americana ha quedado tan encantada después de interpretar «Fernando» en la película (de una forma sumamente particular, realmente, se la veía totalmente fuera de su zona de confort), que su siguiente proyecto discográfico será, precisamente… uno de versiones de ABBA (y si uno lo investiga mínimamente, descubrirá que está casi toda la banda sonora de la primera película). De cualquier modo, una vez más, Cher sólo reaparece en el cine por un musical.

Por cierto, recomiendo quedarse hasta el final de los créditos, hay una muy divertida sorpresa final.

En definitiva, la segunda parte supera a la primera (pero tampoco había mucho que superar), y ofrece exactamente lo que esperas de ella, más y mejor de lo anterior, por otra parte, dado que ha sido diseñada de una manera muy individualista, puede ser vista por aquellos que no hayan visto el filme precedente, pues se enteraran igualmente de todo.

Concluyendo: es una película divertida y alegre que gustará a todos aquellos amantes de ABBA, del género musical, o de pasar un rato agradable en el cine (tampoco es que el filme tenga otras pretensiones, así que sería ridículo exigírselas).

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