El juego del solitario

Desde hace cierto tiempo, hay un juego de cartas que me fascina totalmente: el solitario, también conocido como el solitario Klondite; el cual es un juego de origen muy antiguo, tanto que no se sabe exactamente de cuando exactamente, lo que no deja de tener lógica, pues es fácil imaginar a personas de cualquier época aburridas (especialmente nobles, que no tenían mucho que hacer) entregando sus horas a este juego.

La verdad es que aprendí a jugar a él cuando me compré una preciosa baraja de cartas de poker en el extranjero (y desde ese momento sigo coleccionando barajas, especialmente las relacionadas con otros países que suelen tener a los monarcas o a las figuras históricas importantes en los diversos palos, algunas están hechas de formas realmente simbólicas e inteligentes), aunque luego descubrí que también se puede jugar al solitario con una española, no es nada difícil realizar el cambio.

En cualquier caso, como no dejaba de buscar excusas para sacarla y jugar con ella; y me harté de depender del resto de la gente para ello, decidí aprender el juego que sabía que podía permitirme usar mi nueva y maravillosa baraja siempre que quisiese, y fue así como descubrí el solitario.

Y en realidad no deja de tener gracia, porque en general no soy una persona a la que le gusten mucho los juegos de cartas o le apasione pasarse horas jugando a ellos, de hecho, nunca les he prestado demasiada atención, pero el solitario, desde el momento en que aprendí a jugar, me fascinó por completo, quizás porque pronto lo descubrí como una perfecta analogía de la vida. Pero antes de meterse en reflexiones sobre el tema, me gustaría poner sus normas y como funciona por si alguien no lo sabe (aunque yo creo que todo o casi todo el mundo ha jugado a él alguna vez aunque sólo sea en Windows y en todo caso no faltan lugares en internet donde se puede jugar de forma totalmente gratuíta):

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Solitario: reglas y aspectos básicos

Objetivo

Crear cuatro pilas de cartas, una para cada palo, en orden ascendente, es decir, del as al rey.

Colocación

Se juega con una baraja de 52 cartas. El juego empieza con 28 cartas dispuestas en siete columnas.  La primera columna contiene una carta, la segunda, dos, y así sucesivamente.  La carta superior de cada columna está cara arriba y el resto cara abajo.

En la esquina superior derecha hay cuatro pilas de inicio. Aquí es donde se apilan las cartas para ganar la partida.

Cómo jugar

Cada pila de inicio debe iniciarse con un as. Si no tiene ninguno, deberá mover las cartas de una columna a otra hasta descubrir uno.

Pero no puede mover las cartas entre las columnas de forma aleatoria.   Las columnas deben seguir un orden descendente, del rey al as. Así, puede colocar un 10 sobre una sota, pero no un 3.

Para mayor complicación, las cartas de las columnas deben alternar rojo y negro.

No está limitado a mover cartas sueltas. Puede mover también escaleras de cartas organizadas secuencialmente de una columna a otra.

Si no puede hacer más movimientos, deberá robar más cartas del mazo.

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La verdad, es que, tal y como se puede comprobar cuando se juega a él, no resulta fácil ganar (es más, por lo visto, al ser un algoritmo matemático el porcentaje de juegos ganados ronda entre el 13-14% de las veces), lo cual no deja de ser un tanto curioso sabiendo que no compites contra nadie (y un tanto humillante también).

No obstante, y a pesar de que la suerte influye mucho, nuestras decisiones son muy importantes, y hay unos cuantos trucos para ser mejor jugador (o al menos a mi me sirven), son los siguientes:

  • Trata de usar siempre las cartas ya puestas, si puedes evitar el mazo hazlo, siempre son más interesantes las que están en la mesa pues son la clave para avanzar.
  • Trata de descubrir lo antes posible y cuanto antes puedas todas las cartas de todas las filas, no es nada fácil, pero si lo consigues, casi tendrás el juego ganado.
  • Repasa todas las cartas sobre la mesa siempre antes de tomar una decisión, en ocasiones se pueden coger de la fila ya colocada de los ases y puede ayudar mucho (pues puede que hayas puesto una carta allí antes de tiempo).
  • No hagas largas filas (a menos que no quede otra) de cartas sobre la mesa, muy especialmente si no las has destapado todas, luego serán mucho más difíciles de deshacer.

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Reflexiones acerca del solitario

Pero lo que me resulta más apasionante de él es que descubrí que era una brillantísima metáfora de la vida, toda una analogía de esta. Seguramente esta reflexión suena un poco extraña, pero me voy a explicar y al final veréis si coincidís conmigo o no (especialmente los que jueguen al juego y les guste).

Para empezar, como la propia vida, es un juego que tienes que abordar solo, ciertamente puedes aceptar consejos de otros o puedes permitir que te ayuden o condicionen tus decisiones (e incluso permitir que muevan tus cartas), pero al final, el resultado final es tuyo, ya que el solitario es tuyo, ganarás o perderás tú, independientemente de la influencia de los demás, es así un juego, que como la vida, hay que jugar por uno mismo, ya que desde el momento en que pones las cartas, es tú solitario, es tú el enfrentarse a la vida/al juego.

La otra comparación que resulta muy interesante es que son muy importantes las decisiones que tomas, pero tanto o más, las cartas que te han tocado, ciertamente, como en la vida, tú puedes conseguir hacer variar tu situación aunque no empieces con buen pie; pero lo cierto es que si el destino no ha querido que te tocaran buenas cartas o que estén en los lugares equivocados (demasiadas cartas o ases de números muy bajos que no consiguen descubrirse, por ejemplo), nada podrás hacer contra ello, simplemente, ese juego está destinado a perderse inevitablemente.

Quizás por eso, el barajar del principio también es fuertemente simbólico, ya sea el azar o el destino condiciona como se acabaran colocando las cartas y como se acabará configurando el juego, sin que tú realmente puedas tener gran intervención en ello, y es que, desde el momento en que se ha hecho la colocación completa para empezar la partida, lo cierto es que mitad del juego ya está decidido.

Pero sería un error otorgarle todo el mérito o la capacidad de decisión al azar o al destino, ya que en el solitario, al igual que en la vida, nuestras decisiones son claves para seguir avanzando hasta el objetivo final. Tomar una buena decisión es clave para seguir por buen camino (conseguir agrupar las cartas adecuadas en los lugares más adecuados), una mala decisión puede perderte definitivamente (poner una carta inadecuada en el momento inadecuado, no sacar la carta apropiada del mazo…), y una vez más al igual que en la vida, dejar pasar una oportunidad puede marcar un punto de no retorno (despistarse y no ver la funcionalidad muy importante que ofrece una carta; al igual que en la vida, en el solitario hay que estar muy atento y con los cinco sentidos puestos en el juego), algo que nunca se volverá a presentar y, en algunas ocasiones, el que surja algo mejor e imprevisto (mucho menos frecuente).

En muchas ocasiones, como en toda existencia, también en el solitario se atravesan etapas: etapas de gran movimiento y desarrollo en las que todo parece ir bien (en la vida: en lo profesional, en el amor… en el solitario: cuando todas las cartas parecen ir encajando una tras otra y se van destapando las filas una y otra vez); otras etapas en las que no parece haber salida (no hay ni una carta buena); y algo más frecuente tanto en la vida como en el solitario, los momentos de parón, de bloqueo, dónde todo avanza muy lento y las soluciones no aparecen de modo inmediato.

Y así, como en la vida, el solitario se va desarrollando, y nos descubre que lo importante no es tanto el triunfo final absoluto (que siempre es muy poco probable) como el disfrutar del camino; porque lo cierto es que vencer en él, alcanzar el éxito absoluto está reservado a muy pocos y se consigue muy pocas veces el que las cartas finalmente queden perfectamente ordenadas, a eso, como ya digo es para unos pocos muy seleccionados. Lo cierto es que la mayoría de las partidas tienen buenos y malos momentos y llegado un punto, sin saber bien por qué, el juego se atasca y se queda en un determinado sitio, se pudo haber llegado más alto o más bajo (como en la propia vida), se pudo haber rellenado más o menos la fila de corazones y la de picas y haber descubierto más o menos cartas, pero lo cierto es que el juego definitivamente se estanca y ya no avanza más, tampoco era necesario que fuera así, lo cierto es que ese juego valió igualmente la pena, dio buenos momentos e hizo pensar, lo que siempre es importante.

También, al igual que muchas veces en la vida, una pequeña trampa nos puede salvar, pero no nos hará sentir satisfechos porque sabremos que es una victoria falsa, y la mayoría de las veces, hacer trampas (especialmente si son varias) nos conducirá al inevitable cataclismo al que ya estabamos abocados hicieramos lo que hicieramos, simplemente, ese juego no se podía ganar (a pesar de nuestros abusos).

Y como en nuestra vida diaria, en el solitario no siempre se nos dan las cartas que queremos y tenemos que jugar con lo que hay, pero cuidado, a veces eso puede ser la clave para ganar, no faltan los juegos que empiezan con pinta de estar perdidos de antemano y acaban ganándose absolutamente (y el mismo caso a la inversa), lo que demuestra que en el solitario como en la vida, debemos de tratar de no desanimarnos nunca ni de perder la esperanza (aunque sí es cierto que hay otros juegos tan perdidos que uno se pregunta si debió empezar a jugarlos siquiera).

Y en apoyo de estas teorías personales, aportaré una cita célebre (atribuída según las circunstancias, a gente tan diferente como Shakespeare, Stalin o Schopenhauer): «el destino baraja las cartas, pero nosotros las jugamos», ¿no es una descripción bastante buena del solitario?.

Y bueno, como se ha podido comprobar, el solitario también es un juego que permite pensar y relajarse (lo que supongo que se deduce de todas las reflexiones anteriores) básicamente porque hay que estar muy pendiente de él y dedicarse a ello con concentración; aunque a menudo puede dejarse puesto y continuar otro día, por lo que es un juego muy divertido y recomendable que, espero que después de todo lo dicho, a los que no lo conozcan deseo que les levante la intriga por ello y a los que sí lo conozcan, a ver si resurge su interés por él; y en lo que respecta a los que son fans del juego como yo, bueno, ¿qué opináis de todo lo dicho?, ¿es para vosotros un juego tan fascinante y trascendente?.

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El solitario con baraja española

Pero tal vez los más nacionales y españoles se sientan insultados por tener que utilizar esas barajas inglesa o francesa con esos dibujos tan mal hechos (aunque prácticos porque se ven hacia todos los lados iguales y no hay que andar dándoles la vuelta) frente a nuestra hermosa e impecable baraja española (preferiblemente de la marca Fournier -que irónicamente, ni actualmente la empresa es española, ni lo fue el fundador en su momento-) con esos dibujos tan detallados y tan bien hechos que da gloria verlos de puro patriotismo.

Vale, dejando de lado las bromas, lo cierto es que hay varias formas de jugar al solitario con la española:

-desde luego, podemos intentarlo al Klondite del que ya hemos hablado, aunque nos encontraremos con varios problemas: la inexistencia de los mismos palos y el que no haya diferenciación de colores (rojo y negro) que tan importante es. Pero es fácilmente resoluble si por ejemplo, sólo encajamos copas con oros o espadas con bastos; de modo que anulamos la diferenciación.

A parte de esta posibilidad, la baraja española tiene sus propios solitarios:

-Solitario de todas las cartas:

se extienden todas y cada una divididas en cuatro filas (una por palo, a saber: bastos, copas, oros y espadas) dejando sólo en el mazo cuatro cartas.

A continuación se destapa una carta, dejando un hueco que quedará libre hasta el final y se van ordenando por orden en su correspondiente fila y número (ejemplo: asignamos la fila 1 a los oros, pues primero irá el as, después el 2, el 3… y así según vayan saliendo) lo que nos hará que tengamos que destapar nuevas cartas a medida que vamos colocando correctamente… hasta que salga un Rey, que tendrá que encabezar su fila correspondiente y provocará que saquemos una carta del mazo.

Para ganar, y no siempre es fácil, habría que conseguir ordenar todas las cartas antes de la salida de todos los reyes, momento en que se acaban las cartas del mazo.

Aunque es entretenido este solitario, lo cierto es que no me gusta a nivel de inteligencia y de reto a la mente (como el Klondite), pues todo depende de la suerte y del azar, al fin y al cabo, nunca controlas que cartas coges y no puedes elegir ninguna estrategia a seguir… simplemente te dejas llevar por lo que salva y por lo que el destino tenga a bien darte sin que tú puedas hacer absolutamente nada para evitarlo (¿otro solitario con metáfora?).

-Solitario de las dos cartas:

a este he jugado menos, lo bueno que tiene es que es fácil de organizar y te lo montas en un segundo (al contrario que los anteriores, especialmente el último, que requiere un gran espacio para hacerlo).

Consiste en sacar la baraja e ir sacando de dos en dos cartas, hasta que salga un as, que se pone en la mesa, después, a esperar que sigan saliendo las cartas para ponerlas en orden, encima del as, el dos, el tres… y así.

Problema: llega a ser bastante aburridito porque una vez más, no hay iniciativa, no hay estrategia, simplemente es un modo de pasar el tiempo porque no hay nada mejor que hacer (un perfecto reflejo de la sociedad que debía de jugar a estos juegos en la época en que se inventaron).

Y después de todo esto, ¿no os dan ganas de hacer un solitario? jajaja. Bueno, yo reconozco que en múltiples ocasiones, a veces tengo alguno empezado en alguna mesa (lo difícil es que no te lo toquen o que se apunten al juego también) y lo voy haciendo según tengo unos segundos libres… es tan práctico y entretenido.

En fin, espero que este artículo aumente vuestro interés por el juego y por conocerlo más, ¡porque es tan divertido!.

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4 respuestas a El juego del solitario

  1. plared dijo:

    Curioso la verdad es que ,e gusta hacer solitarios. Voy a probar este, aunque en realidad, siempre viajo con una baraja y suelo colocar algún recipiente en la otra punta de la sala y las voy lanzando una a una para que entren en el.

    Practica de años me hacen apenas fallar una. En fin, la verdad es que me relaja hacer eso…Cuidate

  2. ¿Cuál de ellos vas a probar exactamente?. Si lo haces, ya me contarás si coincides con mi analogía con respecto a la vida.
    Bueno, ya nos has proporcionado otro tipo de solitario (tendré que probarlo yo también)… como siempre, una buena aportación por tu parte.

  3. blanca dijo:

    A este solitario jugué durante años, cuando no había conocido el mahjong, que ahora me gusta más. Es un juego simple pero con un componente de memoria, de suerte, de desafío a la máquina que tiene su magia, ¿no te parece?
    Un abrazo

  4. Me suena el Mahjong, pero creo que nunca lo he jugado… y acabo de descubrir que es el típico juego que está por defecto en el ordenador, según lo pruebe te cuento… con respecto a lo del desafío a la máquina, bueno, yo soy tan analógico que los solitarios me gustan más con baraja, aunque sea mucho más pesado de montar, desmontar y ocupe mucho sitio.

    Ahora bien, ¿crees que conseguiré sacarle las mismas reflexiones vitales al Mahjong que al solitario?, ¿coincides con alguna de ellas?.

    ¡Abrazos!.

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