La Gran Vía… esquina a Chueca

Una de las zarzuelas más importantes de la historia que se niega a envejecer

 

Del 31 de Enero de 2009, al 8 de Marzo de 2009, a las 20:00 horas
(excepto lunes y martes)
Miércoles (día del espectador) y domingos a las 18:00 horas
Funciones de Abono: 5, 6, 7 y 8 de Febrero de 2009
Funciones Pedagógicas: 3, 10 y 17 de Febrero de 2009, a las 11:00 horas
Música de Federico Chueca y Joaquín Valverde
Libro: Intensa recreación del texto original de Felipe Pérez y González a cargo de Paco Mir

Nueva Producción del Teatro de La ZarzuelaDirección Musical: Miguel Roa / Luis Remartínez
Dirección de Escena y Adaptación del Texto: Paco Mir
Escenografía: Jon Berrondo
Iluminación: Nicolás Fischtel
Vestuario: Jesús Ruiz
Coreografía: Teresa Nieto

Adaptación musical: Juan José Colomer

Reparto: Loles León, Enrique Ruiz del Portal, Milagros Martín, Karmele Aranburu, Carlos Heredia, Pepín Tre, Sabina Puértolas/María Rey-Joly, Marco Moncloa, Toni González, Noelia Pérez y Antonio Torres, entre otros

Orquesta de la Comunidad de Madrid
Titular del Teatro de la Zarzuela
Coro del Teatro de la Zarzuela
Director: Antonio Fauró
Sinopsis: El Teatro de la Zarzuela prosigue este año las celebraciones del centenario de la muerte de Federico Chueca que tuvieron lugar en 2008. El coliseo recuerda ahora a este exponente supremo del madrileñismo musical con la reposición de la zarzuela La Gran Vía, ese prodigio de gracia y buen humor que, a la vez, refleja los cambios que experimentaba Madrid en el momento de su composición. Chueca trabajó entonces en colaboración con su fiel colega Joaquín Valverde. La versión que se va a conocer ahora supone una reelaboración del original, de ahí que se titule La Gran Vía… esquina a Chueca. Sinopsis: Hindúes haciendo un número «Bollywood», marineras rusas y un concejal de Urbanismo y su secretaria, interpretada por Loles León, son los personajes que Paco Mir -Tricicle- ha creado para «La Gran Vía… esquina a Chueca», una versión «hilarante y golfa» de la obra Federico Chueca que es pura «metazarzuela».

     Esta zarzuela es quizás una demostración de que la gente no cambia, nos encanta lo polémico, el morbo, lo de plena actualidad; y naturalmente, siempre hay quien lo utiliza porque de algo hay que vivir; así, cuando se da un acontecimiento de actualidad, automáticamente salen todo tipo de libros sobre el tema, e incluso películas o todos los productos posibles para poder conseguir el gancho de esa moda pasajera, y todas lo acaban siendo, porque si por algo se caracterizan los humanos también, es por aborrecer lo que antes habían adorado.

      Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda en esta crítica, y, yendo a lo que nos importa, ¿que pasa cuando una moda, en principio pasajera, permanece?, pues que se convierte en historia; y ese, es el caso de la zarzuela criticada, puesto que nació dentro del llamado teatro por horas (en ciertas épocas, para evitar la decadencia de la zarzuela, se decidió hacer como los cines de hoy día, varias sesiones para que fueras a la que más te conviniera) lo que disminuyó el tiempo de duración de las zarzuelas, y quizás en parte aumentó la facilidad para componerlas.

      En este contexto nace esta obra de Chueca (al que se hace referencia en el título, y no a la conocida zona de Madrid), con el añadido de ser lo que antes se describía, una obra sobre una situación del momento, sobre aquello de lo que hablaba todo Madrid: los derribos producidos por la construcción de la futura Gran Vía (aunque en esta adaptación, se actualiza con la idea de que corre el rumor por toda la capital de que el ayuntamiento quiere derribar la Gran Vía, ante lo cual, lógicamente, surge la protesta ciudadana). Pues bien, la obra es un éxito, y no sólo en España, sino que llegará a ir por todo el mundo adaptándose a cada país en particular, lo cual es sencillo a pesar del habitual localismo de las zarzuelas (motivo por el cual no siempre se extendieron por el resto de la península), teniendo en cuenta que el argumento es casi nulo. Y así, pasan años y se reestrena algunas otras veces cambiándose, modificándose, actualizándose… etc; y así, hasta hoy, y con eso nos encontraremos precisamente cuando vayamos al Teatro de la Zarzuela, con una versión moderna de esta zarzuela en la que no faltan las referencias a la actualidad (por ejemplo la secretaria del concejal diciendo del ayuntamiento “si ustedes tranquilos, que de lo que pase aquí todo el mundo se entera, ¡si está lleno de espías!”) y en la que sólo la inmortal música de Chueca nos traslada al XIX en el que fue concebida.

     Y es que más que una zarzuela es una revista musical, puesto que el argumento es tan flojo que prácticamente no existe, todo un homenaje a la calle madrileña y a la variedad personas que podemos encontrar por toda la capital (afianzados con otros números musicales de otras zarzuelas, puesto que la original era muy corta), eso sí, pero nada más; puesto que al fin y al cabo, sólo es el paseo de unos personajes por esta, sin ningún otro tipo de argumento. Sin embargo, es alabable ese libreto que actualiza la zarzuela, incluso los números más “antiguos” y difíciles de llevar a cabo hoy día; también hay que nombrar los múltiples chistes ligados a la actualidad que hacen reír más de una vez.

     La dirección es muy destacable, pues logra llevar a cabo todo un homenaje al género y una espectacularidad absoluta, más propia de un musical broadwayesco que de una zarzuela que tiene más la estructura de una ópera. Destacan en ese ámbito también las coreografías.

     Pero la joya de la corona de la obra es sin duda la escenografía, sublime, brillante, grandiosa, todo un montaje que no tiene pega y que nos recuerda continuamente a eses espacios tan conocidos para nosotros.

      En cuanto al reparto a pesar de ser bastante coral, cuenta con varias estrellas, como por ejemplo Loles León, que si bien es más conocida por las películas de Almodóvar y las series de televisión, lo cierto es que empezó su carrera en el cabaret y en el music-hall (no obstante fue una sorpresa encontrar su nombre entre los protagonistas); sin embargo, no tiene una gran voz. La otra actriz destacable es Milagros Martín, primera figura de este teatro para el que protagonizó varias grabaciones, con una voz bellísima, tiene un papel muy por debajo de su condición. Por lo demás, todo el reparto es destacable, lo que es importante, pues, como ya se decía en la obra, si algo destaca en la zarzuela, eso son los coros, y en esta producción, brillan con luz propia.

      Sólo queda hablar de la música, que contiene varios números musicales muy conocidos, como el Chotis, Soy el rata primero, o la introducción, no obstante, yo también destacaría  Somos las devotas de la fuensantica, De los mares el Rey me llaman o Las señoras nos mandan a Recoletos con los bebés; música, que sin embargo, a mi me da la impresión de que había sido creada más para desaparecer que para quedarse en la memoria como el resto de la obra.

      Como anécdota final, el decir que tan pronto salí del teatro, no pude resistir recorrer la hermosa Gran Vía entera a pesar de que iba justo al contrario de mi destino, porque después de una obra así, no se puede pasar indiferente ante tan maravillosa calle.

      No me queda ya sino dar un veredicto final; y lo cierto es que la obra es muy importante, y aunque no se va a ver tal cual se estrenó (cosa un tanto imposible porque se ha perdido una buena parte), si es cierto que la veremos con la perspectiva de los madrileños que la vieron por primera vez; la obra es sin duda espectacular y divertida pero la música y el argumento son un tanto flojos; por lo tanto, es poco recomendable a los que se quieran iniciar en la zarzuela y más apta para los entendidos que la encontrarán más interesante.

 

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