Microrrelatos de Universo de A

Tras la aparición del nuevo módulo del Índice-Guía de capítulos de Grandes relatos, parecía imprescindible que esta sección no tardase mucho en publicar… y efectivamente, así ha sido.

En esta ocasión, abordo un nuevo género: el microrrelato; ¿por qué? pues porque esta forma de narración, de contar historias, también es interesante de explorar (además de que parece estar de moda, e incluso ser casi obligatoria en todo blog que toque la narrativa que se precie).

Post scriptum: dada la brevedad de estos escritos de ficción, y el hecho de que no suelo escribir tantas grandes tandas de ellos, como para justificar nuevos artículos, todas las nuevas narraciones de este género que escriba, se publicarán en este mismo artículo, ¡de modo que animadme a escribir más y volved pronto!, quién sabe, puede que ya haya ampliado este artículo con novedades….

En cualquier caso, por lo general, las creaciones más recientes serán las más pegadas a estas líneas.

Así pues, estos son mis….

MICRORRELATOS

>A pesar de que la brevedad no suela ser una de mis virtudes a la hora de escribir (y me atrevería a decir que tampoco en la vida en general), me quise poner un reto artístico; y, para variar, que mi microficción fuera extremada, realmente concisa… está claro que este estilo no lo inventé yo (pues hay múltiples e interesantes ejemplos de ello, uno de los cuales ha inspirado uno de los escritos que muestro), pero, como ya digo, quería ponerme a prueba, ¡y creo que he conseguido resultados sumamente interesantes!.

De ahí las siguientes micronarraciones que os presento a continuación; en donde la hiperbrevedad; contar, evocar, mucho con muy poco, son sus características principales; además de la ambigüedad y múltiple interpretación que puede dárseles a estos textos, lo que contribuye a que tengan muchas lecturas diferentes y posibles… ¡digamos que, hasta cierto punto, hay casi un microrrelato para cada lector que se atreva con ellos!.

Bloqueo

Escritor.

Carlos

V.

(Sin título)

El odio de las víctimas los convirtió en verdugos.

Plus

Ultra

>No sé por qué, pero siempre he tenido reparos en programar algo para este día y esta hora (medianoche del uno de enero… quizás porque soy consciente de que todos estamos a otras cosas)… ¡pero me hacía ilusión hacerlo alguna vez, y así lo he hecho!.

En todo caso, la publicación no podría ser más apropiada para el día de hoy, porque mi nueva narración breve se desarrolla precisamente en Nochevieja… ¡así que tomáoslo como mi regalo para estrenar el Año Nuevo!.

De ese modo, en este microrrelato, titulado «El fin del mundo», se reflexiona sobre el tiempo, el cosmos, la concepción humana acerca de todo esto… y un largo etc. Con una datación temporal ambigua, bien podría desarrollarse en cualquiera de esas fechas, que siempre han existido, y continuarán haciéndolo, en las que se dijo que era el fin del mundo.

En definitiva, ¡que acabo y estreno el año con mi tipo de publicación predilecta: una nueva creación de ficción de mi propia pluma!.

El fin del mundo

Todo estaba preparado. ¿O no?, ¿cómo se prepara uno para el fin del mundo?, ¿para que todo se acabe?, ¿para que deje de existir uno mismo y todo lo que se conoce?.

Puedes vender cosas, ¿pero para qué?, ¿para qué se quiere el dinero si no es para comprar, precisamente, más cosas, las cuales ya no se van a disfrutar?, de repente, más que nunca, lo vacuo y nimio de lo material quedaba manifiesto a las claras. También podrías viajar, ¿pero qué utilidad tiene si ya no lo vas a poder recordar o compartir con nadie?; lo mismo se aplicaba a cualquier otra afición, disfrute de cualquier arte o deporte. Ya no quedaba tiempo, no había nada que fuera útil cuando se terminaba todo.

Y no había duda: las profecías milenarias, los cálculos astrológicos, las señales… en fin de año no sería este lo único que terminaría: la nada más absoluta e inimaginable seguiría al dar las doce (¿se concederían siquiera unos segundos para ser conscientes de la extinción del mundo, de su última decadencia, o ni siquiera tendrían esa merced?).

“¿Qué hacer en tus últimos minutos de vida?”, en la soledad de su piso, reflexionaba aquella persona… la lógica indica que debería hacer o decir algo memorable, ¿pero para qué, si nadie lo iba a recordar?… ¿vivir al máximo? no quedaba tiempo y tampoco iba a servir para nada… ¿disfrutar de algo que siempre le había gustado? ahora ya no tenía sentido… nadie hubiera podido imaginar que la simple inacción fuese la única posibilidad llegado el momento de la extinción (incluso a pesar de que muchas presas se quedan paralizadas antes de morir)….

Entonces vio el reloj: marcaba las 12:01… y después siguió marcando minutos… en esa medida inventada por el ser humano llamada tiempo, el cual, en su eternidad e inmaterialidad, si se rebajara a la antropomorfización, bien podría reírse de los esfuerzos humanos por encajonarlo en una de sus pueriles clasificaciones; de que incluso estos tuviesen la audacia de igualarle a ellos, convirtiéndole en un ser limitado, con principio y fin (¿aunque no era precisamente esa la prueba perfecta de sus limitaciones como especie?, ¿el hecho de que, para entender o aceptar algo, necesariamente tuviese que ser asimilable a ellos?).

La persona siguió inactiva. Acababa de darse cuenta de que se había centrado tanto en cómo acabar, precisamente porque no sabía cómo continuar… y todo le tuvo, si cabe, aún menos sentido que antes.

Sin embargo, el mundo, el universo, el tiempo, seguían (ajenos al ser solitario, pero también a los que festejaban en la calle, aquello que habían dado en contabilizar y llamar como año nuevo) sin sobresaltos, como siempre lo habían hecho, indiferentes a todo… nada que celebrar, nada que lamentar, porque nada pasaba ni había cambiado en absoluto; simplemente, dos pequeños e irrelevantes puntos de un espacio inconmensurable, habían vuelto a realizar el mismo movimiento que llevaban eones haciendo, rutina que existía desde muchísimo antes de que a alguien se le ocurriese otorgarle trascendencia alguna, por lo que nadie, en aquel inmenso universo, excepto los seres mencionados, le dio mayor significación o importancia.

>Como persona a la que le gusta extenderse escribiendo, este no es mi género de mayor devoción… pero surgió la inspiración, y a veces, lo único que necesitas es el tema adecuado, que se preste al formato, que encaje todo… en realidad, en eso consiste parte de la creación literaria, en saber como conseguir que una historia funcione.

Perspectivas paralelas

La babosa vio todo aquel horizonte inexplorado ante sus ojos: la gran vegetación de hierba se alzaba inmensa, salpicada de algunas piedras, extensiones de agua, elevaciones de la tierra… todo un mundo a recorrer. No había ningún problema (estos animales no suelen preocuparse), tenía mucho alimento ante sí y tampoco tenía porque apresurarse.

El humano miró, desde arriba, con una mezcla de lástima y desprecio, a la babosa «qué pena de animalejo» pensó «con todo lo que hay que descubrir en este mundo, y apenas será capaz de ver unos metros de esta tierra embarrada para cuando termine su ínfima vida». Después, se dio cuenta de que estaba perdiendo su valioso tiempo contemplando al molusco; también sintió hambre, pero, no siendo capaz de alimentarse con nada de lo que le rodeaba, se marchó a buscar un supermercado.

El ente, observó, desde millones de años luz de distancia, al ser humano, con indiferencia. «Curiosa criatura; tan frágil, dependiente y apenas una mota en el universo». A continuación, perdió todo interés por nuestro mundo. Pero como no necesitaba alimentarse, ni conocía el concepto de la urgencia, continuó con su existencia de un modo que nunca conoceremos.

>He decidido hacer unos cuantos microrrelatos para Universo de A, a ver cómo salen… quién sabe, quizás con el tiempo, como además son muy fáciles de escribir, vaya publicando más de vez en cuando. Aquí van:

Alfonso en el metro

A mediodía, Alfonso salió de su hogar para ir a su empleo.

Mientras iba, no dejaba de pensar en todas esas cosas que forman parte de la vida: los problemas en el trabajo y todas esas personas con las que negociar y hablar para asegurarse de que todo fuera como debía de ir; las cuestiones familiares, como los problemas con su mujer o la enfermedad de su hijo; la situación del país en general, sus problemas y todas las mejoras posibles y necesarias… Alfonso viajó en Metro desde Cuatro caminos a Sol, y cuando llegó a esta última estación, la gente gritó: “¡viva el Rey, viva Alfonso XIII!.

Desde aquel primer recorrido en metro, ¡cuántos otros Alfonsos habrá habido a lo largo del tiempo que hayan hecho, pensado o se preocuparan por las mismas cosas que ese primer viajero llamado Alfonso!.

Personajes en el autobús

Alonso se sentó en un asiento del autobús, y como tenía por costumbre, sacó un libro y se puso a leerlo.

Le encantaba aprovechar ese tiempo de viaje en el transporte público para dejarse fascinar por nuevas historias, sin embargo, nunca se había dado cuenta de que las más interesantes las tenía justo al lado.

Aquel mismo día, la mujer sentada a su lado bien podría ser “La Regenta”, pues mantenía un idilio con un hombre que no era su marido, lo cual se había acabado convirtiendo en la comidilla de todo el vecindario para disfrute de este; el sacerdote que se montó en la tercera parada que estaba en frente a su propia parroquia fácilmente recordaría al Frollo de “Nuestra señora de París”, pues al igual que el personaje, nunca había experimentado un deseo tan fuerte ni una atracción tan poderosa desde que una nueva familia, con una guapísima hija se había mudado a la parroquia, lo cual no le dejaba ni un sólo segundo de tranquilidad, ni un minuto de sosiego; la adolescente que escuchaba, distraidamente de pie, música rap, mientras movía sus rodillas al ritmo, podría compararse a “Antígona”, por su actitud rebelde, antisistema y poco concesiva con las responsabilidades y con el sistema establecido; el guapísimo pero engreído joven que se bajó unas cuántas paradas después, bien podría parecerse a Dorian Gray, por su obsesión por mantener una belleza física impecable descuidando totalmente la moral….

Sí, nada de todo esto, ni siquiera a uno solo de estos personajes percibió el siempre distraído y soñador Alonso, al que tampoco, ninguno de todos los anteriores reconoció como “El quijote”.

Amor por Madrid

Paula y Carlos se conocieron, y en ese mismo momento, tuvieron un flechazo en la estación de Méndez Alvaro cuando ella acababa de llegar a Madrid por trabajo y él se había acercado a despedir a un amigo. Se reencontraron por casualidad, apenas un día después en la Puerta del Sol, y allí él tuvo valor para pedirle una cita, que fue en un restaurante cerca de la Plaza de Castilla pocos días después. La cita fue tan perfecta, que mientras Paula volvía a casa ya sabía que quería quedarse en Madrid aunque sólo fuera por Carlos, y este sabía que no había conocido a nadie igual ni lo haría jamás.

Tras un tiempo saliendo, vivieron juntos en un piso alquilado cerca de Tribunal, hasta que finalmente se casaron en la iglesia de las Salesas Reales. Con el tiempo, compraron un piso próximo a la calle de O’Donell que además estaba cerca de varios colegios en uno de los cuales acabaron estudiando sus hijos.

Hoy día, él va a trabajar a Nuevos ministerios mientras que ella lo hace cerca de la calle de San Bernardo (como así fue desde el día en que llegó a Madrid); pero a ambos les encanta ir al Retiro para divertirse los fines de semana con sus hijos, todos los cuales, con el tiempo, también tendrán su historia de amor por Madrid.

La pasajera

La pasajera bajó las escaleras mecánicas con cara de preocupación. Cuando llegó al andén empezó a pasear con nerviosismo mientras el panel señalaba que sólo quedaban tres minutos para el siguiente tren. Cuando este llegó, la pasajera subió al vagón y se sentó. A pesar de ser un lugar lleno de gente, ella estaba profundamente sola, aislada.

El tiempo pasaba, entraba y salía gente, en unas estaciones más y en otras menos, un músico tocó un instrumento y se marchó, y el intercambio y fluir permanente de gente continuaba incesante, pero ella ni siquiera lo notó, estaba ausente en unos pensamientos que a veces hacían que se le humedeciesen los ojos. Al fin, llegó a su destino.

Y entonces, mientras salía de la estación, un rayo de sol le iluminó la cara, sintió esperanza, y sonrió como nunca lo había hecho antes, porque se dio cuenta de que después del todo, había esperanza.

Toda una vida

Cuando se dio cuenta de que el resto de su vida la pasaría riendo, llorando, alegrándose, emocionándose, ayudando, traicionando, rabiando, obsequiando, callando, hablando, enfadándose, reconciliándose, amando, odiando, arrepintiéndose, arriesgándose, soñando, desilusionándose… fue cuando realmente se dio cuenta de todo lo muchísimo que le quedaba por vivir… y le pareció simplemente maravilloso.

¿El artista inmortal?

«El artista más completo», decían todos los carteles; otro museo nacional hacía una retrospectiva a Santiago Torquemada. Todos los círculos sociales le aplaudían, lo que siempre había deseado, ahí estaba.

Pero el precio del arte era caro: su obra sólo empezó a triunfar en el momento en el que las drogas alucinógenas empezaron a hacer su efecto y crear esos mundos fascinantes que todos ovacionaban levantados, mientras él apenas podía mantenerse en pie.

Él era mortal, el arte es inmortal… ahora Santiago iba a tener que decidir cuál de los dos era más importante.

La copa de vino

¿Una copa de vino?, preguntó el camarero. Cuando la cogió, sintió incluso más emoción que cuando había ganado el premio, aquello no lo había podido disfrutar: tantos nervios, emociones, la mente confusa… pero ahora, ya tranquilo, asumido el triunfo, podía disfrutar.

Coger la copa del añejo líquido, fue casi incluso mejor que recoger el galardón; allí, rodeado de admiradores y posibles inversores, sabía que no podía haber bebida más apropiada para evocar las fantásticas perspectivas de futuro que tenía por delante….

De aquella noche triunfal quedarían muchas cosas memorables, pero la principal fue, curiosamente, una copa de vino.

Toda la ficción propia (relatos cortos, novelas por entregas, microrrelatos…) publicada en Universo de A está reunida aquí, en el Índice-Guía de Grandes Relatos.

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15 respuestas a Microrrelatos de Universo de A

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  2. plared dijo:

    historias entrelazadas quizás….Veremos si es así. Cuidate

  3. La verdad es que no entiendo muy bien tu comentario… ¿de que hablas exactamente?

  4. plared dijo:

    Que de alguna manera, estos personajes deberían de juntarse. Historias entrelazadas….

  5. Umm, es que cada microrrelato se desarrolla en diferentes épocas… la cosa es un poco difícil.
    Pero tu idea es muy ingeniosa e interesante (quizás deberías escribir ficción tu también), reconozco que le he estado dando vueltas a como podría hacerse… y hacer un útimo microrrelato que lo cuminara.

  6. Anónimo dijo:

    me gustan,te metes de lleno yse acaban,es una pena que sean tan micro .

  7. Jajaja, reglas del género. Y estos son bastante extensos, los microrrelatos tienden a ser mucho más cortos, pero yo soy de escribir y escribir… jajaja

  8. Anónimo dijo:

    no son lo mio, pero estan entretenidos

  9. Me alegro de que te gusten, especialmente no siendo lo tuyo.

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